SEMBLANZA

Agustín de la Hoz Betancort, 29 años de ausencia

Se desvaneció el eco de su continua reivindicación de nuestros prohombres y de lo que el escritor e investigador llamó el espíritu lanciloteño.
Agustín de la Hoz Betancort, 29 años de ausencia

En el presente año se cumplen 55 de la edición del libro Lanzarote, de Agustín de la Hoz Betancort (Arrecife, 1926-La Laguna, 1988) y, el próximo día 11 de agosto, se conmemora el 29 aniversario del fallecimiento del escritor e historiador. Se conmemora… Bueno, algunos lo recordaremos ese día, mejor dicho. La edición impresa de El País del lunes, 15 de agosto de aquel año, publicaba una breve reseña sobre su muerte:

“El escritor e historiador Agustín de la Hoz, máximo exponente de la vida cultural de Lanzarote, falleció el pasado viernes en Tenerife tras una grave enfermedad. De la Hoz Betancort, autor del libro más representativo de su isla natal, titulado Lanzarote (1962), había sido propuesto antes de morir, a los 62 años, como Hijo Predilecto de la misma, y dio nombre a una de las calles de su capital, Arrecife. En su diversa producción literaria se remitió siempre deliberadamente a los rasgos físicos e históricos de la personalidad de Lanzarote, en otras obras como Cueva de los Verdes, Historia del periodismo lanzaroteño o Víctor Fernández, poeta de las Breñas. Dejó inconclusos varios libros, entre ellos La mar que he visto, en el que rendía homenaje a una de sus aficiones más predilectas: los barcos”.
 
“Con la defensa del 'espíritu lanciloteño' apelaba a unos ideales que se consumían con el desarrollismo mal entendido”
 
A la espera de que alguien retome la solicitud formulada en aquella época por el Ayuntamiento de San Bartolomé para la declaración de Agustín de la Hoz como Hijo Predilecto de Lanzarote -ya que, como tantos otros, aguarda reconocimiento póstumo-, la obra literaria y de investigación inédita de Agustín de la Hoz sobre la historia, el paisaje y el paisanaje de la isla, entonces dispersa, se ha ido publicando tras su muerte. Ya no resuena el eco de su continua reivindicación de nuestros prohombres, antiguos personajes literarios y culturales de la isla, y de lo que él llamó el espíritu lanciloteño, con cuya defensa apelaba a unos ideales que se consumían con el desarrollismo mal entendido.
 
No obstante, debe recordarse que en 1989 el Ayuntamiento de Arrecife, en homenaje a su memoria, acordó denominar la Casa de la Cultura con su nombre. Asimismo, debe recordarse que, en 2008, su viuda, Pilar, y su hija, Nereida, cedieron desinteresadamente al Ayuntamiento de Arrecife el fondo documental de Agustín, que se encuentra depositado en el Archivo Histórico de la ciudad bajo la custodia formal y afectiva de Benchomo Guadalupe.
 
“En 1962 publica ‘Lanzarote’, en la que deja memoria de gentes, sucesos, geografía e historia, reeditado por el Cabildo en 1995”
 
A mediados de los cincuenta del siglo pasado, Agustín de la Hoz comienza a colaborar en Diario de Las Palmas. En este periódico escribe artículos sobre La Gran Desconocida. Fruto de su pasión y actividad investigadora vio la luz en 1962 su obra Lanzarote, en la que deja memoria de gentes, sucesos, geografía e historia. Reeditado por el Cabildo Insular en 1995, el libro es un premio a su tierra natal, en el que “Agustín de la Hoz quiere recoger (…) la vida milenaria de la isla, recorriéndola palmo a palmo, valorando el heroísmo de este pueblo sufrido llamado a una existencia mejor”. Ningún rincón lanzaroteño, por muy pequeño que fuera, escapó a su mirada.
 
Con motivo de la muerte de Agustín, el escritor Leandro Perdomo publicó un pequeño ensayo titulada Agustín de la Hoz y la generosidad, uno de cuyos fragmentos dice lo siguiente:
 
“Yo me voy a lo humano, al hombre, a la persona. Dejo la obra, el quehacer, lo hecho, para los entendidos, los intelectuales, los doctos. Que éstos hablen de la significación y la importancia a todas luces patente que para Lanzarote guarda la obra de Agustín de la Hoz, en su doble dimensión histórica y literaria. Pocos, o casi ninguno, para mí ninguno, ha hecho como Agustín de la Hoz tanto por Lanzarote en el campo de las letras y la investigación histórica; y tan desinteresadamente, tan generosamente, sin tener en cuenta para nada la ganancia, el provecho, el beneficio económico. Y aquí está el mérito, su principal virtud y por ende la calidad humana que yo valoro por encima de todos los otros valores en la condición esencial del hombre”.
 
Otros libros de Agustín de la Hoz son Alba detenida, poema en prosa, 1954; Cueva de los Verdes, 1966 (premio nacional); Coplas de Víctor Fernández, 1977; Agustín de la Hoz en Lancelot. Obra periodística (1981-1988), 1996; El Charco de San Ginés. Entresijos de su ser y su vida, 2008; y Arrecife de ver pasar, 2010.

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