Avenida: una propuesta de acción

Avenida: una propuesta de acción

En el marco del debate sobre  la apertura al tráfico de la Marina de Arrecife, hay a quienes les interesa  poner de manifiesto la directa relación entre la restricción del tráfico rodado y el deterioro de la actividad comercial de las vías cercanas, que configurarían el centro histórico de la ciudad y, en su momento, el núcleo comercial de toda la isla.

Con independencia de las posiciones sobre la conveniencia de la plena apertura en una o dos direcciones, se soslaya en el debate que parte del fracaso obedece a razones que se están ignorando y que, en líneas generales, se podrían concretar, entre otros, en los aspectos siguientes:
1. El cambio de hábitos de los consumidores y/por la descentralización del tejido comercial tradicional.
2. La proliferación de superficies comerciales y la amplitud de la oferta en grandes superficies.
3. La falta de calidad de las antiguas vías comerciales, la desaparición de valores vinculados al centro histórico, el deterioro/abandono de los hitos arquitectónicos que dotan de reconocimiento al propio centro histórico.
 
De cara a una pretendida dimensión turística del centro de la ciudad, resulta una obviedad afirmar que un centro histórico no sólo es un lugar de paso, sino que si se genera una actividad comercial, se dota de un atractivo más la visita de los potenciales visitantes y una mayor permanencia en ellos, tanto, como para en una única estancia en la isla, un turista regrese varias veces. En el caso que analizamos, el centro no cuenta con la calidad mínima, aunque sí con algunas condiciones, ni la actividad comercial que se genera  es para valorar como competitiva.
 
La primera parte corresponde a los vecinos y a la propia intervención pública y, resuelta esta, correspondería a los empresarios una puesta al día  sobre los productos que ofrecen y las condiciones para su venta. No parece que deba ser el Ayuntamiento el encargado de potenciar la actividad comercial, pero sí de dotar de condiciones óptimas, ya sea con iniciativas sobre el espacio público, así como demandando a los vecinos el cumplimiento de las ordenanzas que propician que el aspecto final se aleje del abandono y de determinados niveles de cutrez que hoy son patentes en las vías de la ciudad, no sólo de la zona histórica.
 
“Están todos en lo de las sillas, representándose a sí mismos y jugando al desgaste”
 
El principal escollo parece la ausencia de una acción de gobierno, pues las propias condiciones que dotan de una supuesta gobernabilidad al Ayuntamiento parecen establecer que cada área sea liderada por el concejal de la misma, sin intromisiones de la alcaldía, y mucho menos de la vecindad. Para el fracaso de la propia intervención municipal ese es un hecho relevante, que mide perfectamente que las acciones individuales y su rentabilización política impiden el necesario intercambio de ideas, la puesta en común de una acción desde áreas complementarias y, finalmente, la ejecución compartida de acciones sobre el espacio público.
 
Aunar las ideas de todas las áreas de gestión del espacio público y los recursos económicos para acometer intervenciones parece de una sensatez insultante. Pero no se hace. Quien pone aceras no pregunta por canalizaciones; el de farolas no piensa en la movilidad; los de los árboles no hablan con  los de las aceras… Y la vulneración sistemática de las ordenanzas que afectan a los inmuebles no es vista por nadie.
 
Todos hemos podido constatar cómo las diferentes áreas de gobierno van en direcciones, a veces no coincidentes, lo cual supone unos elevados costes en el marco del obligado servicio público que debe prestarse a la ciudadanía.
 
Si Eva, la alcaldesa, está impedida para proponer una estrategia a sus concejales o a los de la  oposición; si Inodelvia (Movilidad), Rafael Juan (Turismo y Cultura), Carmen Delia (Medio Ambiente), Samuel (Urbanismo) Ascensión (Parques y Jardines), Isabel Mesa (Comercio), Tomás Fajardo (Limpieza), no cruzan una palabra para aunar una acción que dé respuesta a la problemática de esta y otras partes de la ciudad, mejor nos lo dicen ahora y ya buscaremos quien tenga la capacidad para llegar a acuerdos. Y no son los de la oposición. Están todos en lo de las sillas, representándose a sí mismos y jugando al desgaste.
 
Si Ascensión propusiera plantar unos árboles, Isabel Mesa establecería una estrategia con los comerciantes para contarle las bondades del asunto. Carmen Delia defendería la mejora de la calidad del aire, y de los seis grados que baja la temperatura a su sombra. Inodelvia plantearía las soluciones para no perturbar la movilidad de las personas. Rafael Juan aplaudiría por la mejora de la fisonomía urbana, asunto para llevar a FITUR para captar turistas.  Samuel se alegraría de que los árboles oculten los defectos del urbanismo y de la arquitectura... Me falta Educación, Limpieza y algunas más. Seguro que a todos se les ocurrirá una forma de implicarlos.

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