Fermina gafada

2005. En el Islote de Fermina sólo falta cambiar el pasadizo, un punto de carpintería, acristalar los ventanales, una  mano de pintura y poco más. Con poco, la ciudad dispondrá de un nuevo espacio público para el disfrute ciudadano.

2017. Se presenta el proyecto definitivo que cambiará la faz del islote y recuperará para la ciudad uno de sus espacios más emblemáticos.
 
No sé si doña Fermina dio nombre a un islote situado en la marina o a un velero. O a ambos. Lo que es indudable es que el Islote transmite mala suerte. A finales de los años sesenta del XX se encargó a César Manrique una pequeña intervención urbanística que jamás concluyó. En los primeros años ochenta se retomó, pero se quedó a medias. Por el camino se incendió el barco de vela que se varó en tierra. Más tarde se construyó un acceso de piedra que impidió la circulación de las aguas.
 
Después de décadas de desidia, en el año 2000 la Consejería de Turismo del Gobierno de Canarias, convocó un concurso de ideas para recuperar el espacio. El concurso se falló un año después y lo ganó el proyecto ‘Mareas’, en cuyo equipo se encontraba el arquitecto lanzaroteño Carlos Morales. ‘Mareas’ cayó en el olvido, ejecutándose “otro” proyecto que culminó en 2008. Desde entonces, la inversión pública se fue volatilizando y el espacio se transformó, otra vez, en un muladar.
 
Pocas veces la incompetencia pública ha llegado tan lejos. ¿Responsables? Ni están, ni se les recuerda, ni se les espera. ¿Disculpas públicas? ¿Disqué?
 
JM Quintero

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