Las medidas del Francés

Enorme la polémica, pero nada novedosa. Las medidas del Islote del Francés y las aspiraciones urbanísticas de sus propietarios vienen siendo polémicas desde hace un cuarto de siglo. Casi sesenta mil metros cuadrados para unos, más de ochenta mil para otros, dependiendo al parecer de si se incorporan o no el dominio público y los rellenos. Y en cuanto a las aspiraciones queda todo dicho cuando el concejal reconvierte un sistema general reconocido en el planeamiento en una unidad de actuación. Un enredo.

Hoy por hoy, el Plan General vigente no permite edificio alguno en el Islote del Francés: ni residencial, ni comercial, ni hotelero, ni industrial. La razón es que fue clasificado como parque urbano por el Plan de 1991. No obstante, la propiedad acudió a la justicia y consiguió que el Islote del Francés fuese declarado suelo urbano. Suelo urbano sí, pero parque. Dicha sentencia se debatió por la entonces CUMAC en 1994, acordando corregir el Plan General, aunque manteniendo la calificación de parque urbano. 
 
“La única pregunta que no se ha formulado es si los arrecifeños están dispuestos a renunciar a un parque de miles de metros cuadrados”
 
Luego vino el viaje de las fuerzas vivas de la ciudad a Boca Ratón pagado por la propiedad, la idea de ubicar allí el Palacio de Congresos, el icono del añorado Cándido Reguera con encuesta -favorable, cómo no- incluida, el territorio ocupa, el abandono, la desolación, la suciedad, la petición de indemnizaciones millonarias, la demolición de las naves, y, ahora, la unidad de actuación con un máximo de siete plantas.
 
Los derechos edificatorios que asisten a la propiedad del Islote son indiscutibles, pero para que esta pieza de suelo pase a ser del dominio público, parque, habrá que compensar justamente a los dueños. ¿Y eso cómo se hace? ¿Quizá indemnizando? Pues se hace como establece el Plan General en vigor: adscribiendo sus derechos edificatorios a otros sectores. A este asunto se le ha dado mil vueltas, pero la única pregunta que no se ha formulado es si los ciudadanos de Arrecife están dispuestos a renunciar a un parque de ochenta mil metros cuadrados. O de cincuenta y pico mil.
 
Ernesto Cedrés

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