Los árboles no son cosa de hombres. Ni de mujeres

Los árboles no son cosa de hombres. Ni de mujeres

La calle Blas Cabrera Topham (BCT), es larga y en pendiente. Es calle ingrata como muchas otras calles de la ciudad, pues ingratas son las decisiones sobre el espacio público, y, por añadidura, sobre  las personas que lo viven y lo recorren. Lo que afirmemos para esta vía es sentencia para muchas otras calles, pues concurren en todas el abandono del sentido común, de la inteligencia y de la observación. Y no es una cuestión ni de recursos ni de sexo.
 
La calle BCT cuenta con 577 metros de calzada y el doble de longitud de aceras, tantos como 1.154 metros. La vía, hasta este mes de julio, contaba sólo con un árbol, el árbol que ocupa un espacio entre calles pero que a ambas beneficia. No es un árbol viejo este laurel de indias, pero su buen  porte y óptimo crecimiento protagoniza algunos metros de distintas vías, como faro y anuncio de lo que las calles podrían ser, pero no son.  Eso, porque una atinada decisión logró que se evitara seguir dando formas caprichosas a su copa, ya cubos, ya esferas, fruto de la borrachera de la empresa encargada, tiempo atrás, de la gestión de los bienes vegetales del municipio.
 
La calle BCT ya cuenta con anchas aceras, con menos aparcamientos y ningún beneficio añadido a la pérdida de la posibilidad de colocar el coche frente a la puerta de casa. En la calle han dispuesto más árboles, una tipuana en la parte alta, dos jacarandas, y seis ficus benjamina, de estos últimos tres y tres, en la parte final. En medio, nada, nada de nada.
 
Nueve árboles en mil ciento cincuenta y cuatro metros de aceras que hay que recorrer a golpe de tacón bajo un sol de justicia. Nueve árboles, de los que seis, por su portentoso crecimiento, se encuentran mal elegidos y peor emplazados. Demasiado juntos para un sistema radicular, igual de desmedido, tanto, que levantará las aceras en no más de dos años. Árboles impropios, estos ficus, para bordes de acera, aunque tan necesitados de más árboles adecuados.
 
La calle BCT dispone de decenas de metros a ambos lados donde ubicar pequeños árboles que arropen el paseo por la vía, que acompañen sus fachadas y que maticen la luz, todo ello sin entorpecer el paso de los viandantes, de sillas o de  carritos, y mucho menos de vehículos rodados. Esta calle, como muchas otras de la ciudad no merecen lo que la democracia otorga en forma de responsable política en el área de parques y jardines, y mucho menos merece, que la alcaldesa, encargada por ley de “dirigir, inspeccionar e impulsar los servicios y obras municipales”, se abstenga, por no sé qué patraña de estabilidad (la estabilidad municipal no es la nuestra, sino puro apoltronamiento) de dirigir, de inspeccionar, de impulsar obras municipales como estas,  decisiones esenciales para la vida de tanto administrado  tan deficientemente atendido en sus necesidades y en las del espacio público, que son las mismas.
 
Les recuerdo que hablamos de dinero público, sus sueldos y nuestras obras, y eso me hace sentir hondamente cabreada y mal, muy mal representada. Son igual que algunos soberbios machos dedicados a la política, con los mismos defectos y ninguna de las virtudes tradicionalmente atribuidas a la mujer.

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