Un alojamiento con encanto

Miramar, un hotel con vistas a la historia

La sublime terraza lleva casi seis décadas coqueteando con el conjunto histórico-artístico formado por el Puente de las Bolas y el castillo de San Gabriel.

Miramar, un hotel con vistas a la historia

Siempre discretito, ha ido cumpliendo años a la vera del más sobresaliente símbolo de la ciudad y es el decano de los establecimientos hoteleros de la isla. Desde la limpia altura de su sexta planta, la sublime terraza del Hotel Miramar lleva casi seis décadas coqueteando con el conjunto histórico-artístico formado por el Puente de las Bolas y el castillo de San Gabriel. Con tres estrellas, es un hotel modesto, pero con unas vistas inmejorables a la historia de Arrecife.

Cuando el Hotel Miramar estaba a punto de abrir sus puertas, sólo había un establecimiento hotelero, el Parador Nacional de Turismo, que convivía con otro tipo de instalaciones alojativas, como las pensiones. Pero Lanzarote reclamaba más y mejores equipamientos para que pudieran pernoctar los viajeros que aquí llegaban para descubrir los encantos de la isla de los volcanes. De hecho, en octubre de 1959, las crónicas periodísticas se hacían eco de las buenas perspectivas que se derivaban del movimiento de pasajeros. En agosto y septiembre de aquel año se registraba una “cifra récord de todos los tiempos” con unos catorce mil viajeros de entrada y salida. Y necesitaban alojarse.
 
Catorce mil viajeros en sólo dos meses era un auténtico aluvión para la época
 
Diseñado inicialmente para contar con unas setenta plazas, se puso en marcha sin embargo con la mitad, que vinieron a aliviar la presión de las sesenta camas de que disponía el Parador. Catorce mil viajeros en sólo dos meses era un auténtico aluvión para la época. El mayor volumen accedió a la isla a través de las líneas marítimas interinsulares, cuyos tres servicios semanales se veían saturados, ya que era “necesario a veces obtener los billetes hasta con un mes de antelación”.
 
La isla estaba al borde de una hecatombe, ya que incluso se daban “continuos casos” de personas que esperaban la llegada “del vapor correo de Fuerteventura para ocupar en Arrecife las plazas que trae libres”, cuando las traía.
 
Con la llegada del otoño del 59 se celebró la inminente apertura del Hotel Miramar
 
Por si no fuera poco, también se daba “frecuentemente el caso, nada halagüeño, por cierto, de turistas extranjeros que se ven bloqueados aquí hasta una semana, por absoluta insuficiencia de los medios de trasportes marítimos y aéreos, o de acaudalados matrimonios de Las Palmas o Tenerife que han de viajar en cubierta”. Las vuelos habían colgado el cartel de lleno dese hacía meses. Por eso, con la llegada del otoño del 59 se celebró la inminente apertura del Hotel Miramar, “espléndido de situación e instalaciones”.
 
Un año y medio después de su apertura, en agosto de 1961, se anunciaba la próxima apertura del bar-restaurante ‘Miramar’ en los bajos del hotel, especializado en cocina internacional. Pocos meses más tarde, en febrero de 1962, la propiedad del hotel emprendía las obras de ampliación en su fachada a la calle Inspector Luis Martín con el objetivo de alcanzar el total de 75 plazas inicialmente programadas. En la isla no cabía un alfiler entonces.

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