Patronal balear, patronal conejera

Patronal balear, patronal conejera

La gran patronal lanzaroteña escondió la cabeza debajo del ala, se mimetizó con el paisaje de la bonanza turística tras la salida de la crisis económica y se ha dedicado a hacer caja callada la boca, disimulando. Hasta que estalló la noticia de la subida de los sueldos en la hostelería en Baleares.

Cuando pensamos en las Islas Baleares se nos viene a la mente una gran potencia turística, aunque Canarias recibió medio millón de visitantes más en 2016. Ese emporio del turismo acaba de acordar subida salarial del 18,1% en los próximos cuatro años que afectará, para bien, a casi 140.000 trabajadores. La renovación al alza del convenio del sector de la hostelería de Baleares supone, según los expertos, una ruptura del pacto tácito de moderación y devaluación salarial que se impuso en España como solución a la crisis: que apechuguen los de abajo. Tremendo palo a los sectores más reaccionarios del empresariado español y a esos carcas que parecen salidos de una plantación de cacao en la primera mitad del XX, y que llamamos empleadores en Canarias.
 
En la escena local, significa un espaldarazo a la huelga de los trabajadores de los Centros
 
 En la escena local, significa un espaldarazo a la huelga de los trabajadores de los Centros Turísticos, pendiente todavía de una solución, aunque la plantilla no reivindicara subida salarial alguna, sino respeto a sus derechos laborales y al Convenio Colectivo firmado en 2014. El acuerdo balear, por otro lado, supone una revaluación de la negociación colectiva y un portazo a la pretensión de que los trabajadores se conviertan en esclavos sumisos ante la pérdida de más de diez puntos de poder adquisitivo durante la crisis, mientras que las empresas del sector han recuperado los niveles de beneficios anteriores a la crisis.
 
La gran patronal conejera no quiere ni oír hablar de subidas salariales. Mucho menos de un aumento del salario mínimo profesional, que es de 707 euros, cuando hay siete países en la Unión Europea en los que supera los 1.000 euros, y con los que se homologa España. Pero no a la hora de pagar un sueldo digno.

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