CELEBRACIONES

San Juan, ritos ancestrales de fuego y agua

Hogueras, piñas y agua de mar: 24 de junio, San Juan. Antiguamente, los ritos se asociaban al solsticio de verano; hoy marcan la llegada del verano.

San Juan, ritos ancestrales de fuego y agua

La importancia de la festividad de San Juan en Lanzarote era tal que hasta hace unas décadas era un día festivo. Sin embargo, los cambios culturales y sociales han relegado a San Juan frente a otras celebraciones que han cobrado mayor protagonismo. A pesar de que es, en la actualidad, un día laborable, la fiesta de San Juan y, sobre todo, su noche previa siguen conservando un gran predicamento entre los feligreses de la diversión y los ritos ancestrales. 

Antes de la irrupción del turismo, cuando la conejera era en esencia una sociedad agraria y pesquera, el 24 de junio era la fecha límite establecida para la finalización de las labores en el campo. Como se venía haciendo desde tiempos inmemoriales en todos los rincones del mundo, la isla festejaba el fin de la cosecha. En muchos lugares, estas celebraciones están conectadas con las manifestaciones de la antigüedad ligadas al solsticio de verano, bien con influencias precristianas o directamente relacionadas a los ciclos de la naturaleza.
 
El solsticio es la época en que el sol se encuentra en uno de los dos trópicos, lo cual sucede dos veces al año: en junio, para el de Cáncer, el solsticio de verano marca el día más largo del año, y en diciembre, para el de Capricornio, el de invierno señala el día más corto. La principal liturgia del solsticio consiste en encender una hoguera por sus efectos purificadores.
 
“Los tiempos cambian y con ellos los rituales. San Juan se asocia hoy a la noche de las  grandes hogueras”
 
Los tiempos cambian y con ellos los rituales. San Juan se asocia hoy a la noche de las  grandes hogueras. Desde hace años, en días -y hasta semanas- anteriores a la noche del 23, la chiquillería se ocupa de recolectar trozos de desecho y enseres viejos de madera con el fin de confeccionar grandes piras en el descampado más próximo. A veces ayudados por sus mayores, las van apilando con la idea de prenderles fuego en la noche previa a San Juan. Las grandes hogueras suelen coronarse con un muñeco elaborado con trapos y retales, llamado “el Facundo”. Este machango, realizado con poco esmero, data de los años sesenta del siglo pasado fruto de una ocurrencia de unos jóvenes harianos. La imaginación hariana creó, asimismo, la danza del fuego, en los años noventa, en la que unos seres semejantes a diablillos hacían de la suyas en la noche de San Juan.
 
A una distancia prudencial, grupos de amigos y familias preparan asaderos en los que nunca faltan las piñas asadas sobre las brasas, y que son enfriadas en un balde con agua de mar o, en su ausencia, con agua muy salada. Al día siguiente, o esa misma noche, es preceptivo ir a la playa para darse el primer baño del verano. El antiguo rito purificador del solsticio consiste hoy en saltar por encima de una hoguera y pedir un deseo.
 
“Aunque parece una celebración insular, Haría es el verdadero santuario del día de San Juan”
 
Ante el peligro que entrañan las grandes hogueras, que suman alrededor de un centenar dispersas por toda la geografía insular, esta celebración requiere un gran despliegue de medios. De una parte, los ciudadanos tienen la obligación de comunicar las localizaciones de las fogatas para facilitar la labor de los equipos de emergencias si se diera el caso. Dotaciones de bomberos, miembros de Protección Civil y agentes de todas las policías locales se ponen en situación de alerta. Pero, de otro lado, circulan recomendaciones para evitar incidentes, como la elección del lugar de la hoguera en un lugar alejado de las viviendas, los tendidos aéreos, los árboles y el tránsito de personas. Una de las más importantes es dejar seis metros de distancia a la hoguera por cada metro de altura.
 
Aunque parece una celebración insular, Haría es el verdadero santuario del día de San Juan, de hecho, el más importante de su calendario festivo local.

Comentarios