Se aplaza el fracaso

La benigna coyuntura turística no permite que se canalice el desarrollo de Lanzarote por otros derroteros políticamente más inteligentes, socialmente más beneficiosos, medio ambientalmente más respetuosos y científicamente homologados. El sistema actual ha cogido resuello, otra vez, gracias a la inestabilidad que sufren algunos destinos competidores de la cuenca mediterránea, por lo que no hay necesidad de corregir, encauzar o reorientar el modelo. Se ha generado empleo y riqueza y se vive infinitamente mejor que hace 40 años, sí, pero el negocio no marcha lo bien que esperaba la mayoría, ya que muchas variables asociadas al desarrollo muestran signos de debilidad. Pero como quien oye llover, oiga.

 
“Se ha sido incapaz de construir ciudad, que es el lugar donde acontecen las cosas interesantes en la sociedad contemporánea”
 
Los chicos pasan por la educación, pero el fracaso escolar es elevadísimo; la cobertura sanitaria se ha generalizado, pero no está a la altura de las demandas de la población; hay más posibilidades para el hecho cultural, pero sigue ocupando un espacio testimonial; el deterioro paisajístico y medio ambiental salta a la vista, mientras se pierde biodiversidad; como hace treinta años, se sigue demandando un plan de barrios que nunca llegó ni parece que vaya a llegar; muchas instituciones públicas hicieron caja con el turismo, pero malgastaron los ingresos en comprar voluntades y votos a base de pan y circo; siendo una sociedad más rica, se ha perdido el sentido colectivo de la belleza, la armonía y las cosas bien hechas; a pesar del nivel de renta per cápita alcanzado, los niños y los viejos están jodidos: unos no tienen dónde jugar y otros dónde estar, encontrarse o pasear; se ha sido incapaz en tres décadas de construir ciudad, que es el lugar donde acontecen las cosas interesantes en la sociedad contemporánea… 
 
“Lanzarote hizo las Américas sin moverse del sitio y alcanzó el éxito, pero no consiguió mejorar cualitativamente lo que cabía esperar”
 
Sin entrar en detalles podría afirmarse que Lanzarote se aplicó en el crecimiento económico, en hacer dinero, en crear infraestructuras y puestos de trabajo, pero se olvidó de la otra cara de la moneda, el desarrollo, que es lo que se encuentra al borde del abismo incluso a pesar de la coyuntura favorable. Se puede ser muy inteligente para hacer fortuna, pero, a la vez, se puede ser un completo estúpido a la hora de gestionar esa fortuna para ser mejor persona, más feliz o vivir mejor. Este es uno de los aspectos del drama insular, pues Lanzarote hizo las Américas sin moverse del sitio y alcanzó el éxito, pero no consiguió mejorar cualitativamente lo que cabía esperar.
 
El monocultivo turístico ha dado de sí todo lo bueno que portaba, y, aunque conseguiremos estirar el negocio bastante tiempo, no proporcionará el rendimiento del pasado. Instalado el ciclo de la euforia, adiós sosiego, adiós reflexión crítica. El fracaso queda aplazado de nuevo.
 
Tanausú Lemes

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