Top Secret, 24 de octubre de 2017

Aguas revueltas

Aguas revueltas
Las aguas de la política conejera bajan revueltas. Dijo el clérigo, y escritor, Jacques Benigne Bossuet  que la política es un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir. Y ahora mismo, en la isla, hay muchos que quieren entrar... y ninguno quiere salir. Esto último parece lógico. Si se van, ¿a dónde van? De entre los que quieren entrar hay diversas intensidades. Sin lugar a dudas la que peta el cargómetro es la presidenta insular del Partido Popular, Ástrid Pérez. Su partido la mandató como negociadora para tratar que el Cabildo recobrara la estabilidad. Y se lo debieron explicar mal o ella no lo captó bien. El caso es que en lugar de estabilizar el Cabildo, ella pretende desestabilizar el Ayuntamiento de Arrecife. Y en esa obsesión, que en ocasiones roza ya lo esperpéntico, ha arrastrado a todo el partido, de modo que ha nadie habla de otra cosa que no sea lo mal que está la capital de la isla. Ya van por el peor Ayuntamiento de toda España, Catalunya incluida. En su delirio político, Pérez arrima la culpa a Ciudadanos, una y otra vez, por negarse a firmar la moción de censura que le llevaría a ella a ser alcaldesa de Arrecife (y a que sus compañeros en el Cabildo perpetuaran a Pedro San Ginés en la Presidencia). Pero esto último no lo dicen porque no es demasiado popular (y porque a ver cómo lo explican ahora que uno de sus hombres de confianza, José Juan Lorenzo, les ha plantado una demanda por coacciones y amenazas. A ellos y al resto de la oposición).
 
Califa en lugar del Califa
Es inevitable no acordarse del celoso Iznogud, aquel visir de Bagdad retratado en los comics de Goscinny y Tabary que quería ser Califa en lugar del Califa. Un tipo afable y bonachón, Harún El Pussah. Y se pasaba la vida de rabieta en rabieta proclamando la frase cada vez que alguna de sus infinitas conspiraciones fracasaba. Pues bien, Ástrid quiere ser alcaldesa en lugar de la alcaldesa. Y como no para de pifiarla en sus intentonas, arrima la culpa a todo el mundo menos a su escasa capacidad de convicción. Recordemos que ella es la negociadora única y exlusiva. Pero resulta que los patanes son (no necesariamente por este orden): los de Coalición por no evidenciar la ruptura de Gobierno, Ciudadanos por no firmar la moción de censura, Benjamín Perdomo por llevarse mal con el presidente del Cabildo y no dejar a Ciudadanos firmar la moción de censura... Y así podríamos seguir rellenando la lista de las frustraciones políticas de la Califa imaginaria. Por cierto: Iznogud viene a ser un juego de palabras, que define al personaje, y al que tan aficionado era René Goscinny:  Iznogud (He's no good).
 
Y en el Cabildo hay cola
Si en Arrecife sólo es una la que está venga y dale a ver si puede, en el Cabildo de Lanzarote son varios los que están dispuestos a sustituir a Pedro San Ginés en la Presidencia. No porque él quiera salir, sino porque otros quieren entrar. Nos soplan, además, que se han producido significativos avances en la deseada (por la oposición) moción de censura contra el actual primer mandatario. En las últimas horas dos hechos han contribuido a incrementar las ganas: la decisión de la Fiscalía de pedir al Juez que siga hacia el juicio oral ignorando los recursos, extremo que ayer adelantó lavozdelanzarote.com y la demanda que José Juan Lorenzo ha interpuesto contra toda la oposición en el Cabildo. Nadie es ajeno a la complicidad entre San Ginés y Lorenzo, y todo el mundo da por hecho que el siguiente en querellarse será el propio presidente (ya dijo en la tertulia de Biosfera TV que estudiaba hacerlo 'y que se imaginaba que José Juan Lorenzo haría lo mismo'). Puede que la oposición acabe por no ponerse de acuerdo, pero lo que también parece claro es que si entre gobierno y oposición quedaba algún resto de puente en pie, con la demanda de Lorenzo (y si llega la del presidente, todavía más) éste ha saltado por los aires.

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