Cambiar a través de 'esta' política

Cambiar a través de 'esta' política

Discrepo de las palabras de Nona Perera, la candidata de Podemos al Cabildo, sobre la viabilidad de cambiar algo de lo que tenemos con los recursos con los que contamos. Va a ser que no, que la política, con algunos partidos confluenciados o no, no es la herramienta para cambiar Lanzarote y La Graciosa, a la vista del plantel de candidatos que andan a la búsqueda del sillón, la renta, las oportunidades de negocio, el reconocimiento social... en todos los partidos. Porque si en algo han estado algunos partidos en la isla, es en confluencia para hacer negocios —pactos de gobernabilidad le llaman a veces—.
 
Primero tendrían que cambiar las personas. Mucho. Y tras una profunda transformación de los individuos que habitan estos territorios, vendría la tarea política de la mano de gente con fundamento, con formación, con principios y con experiencia en algún campo que sea de utilidad al bien común. Aunque hablar de honradez, resulta ñoño a oídos de algunos, no está de más apelar a este término para nuestros aspirantes, más cuando hemos presenciado en la isla el fenómeno de la corrupción de la forma más lacerante.
 
Lo de La Graciosa, una isla donde, en mi opinión, no queda nada que arreglar, clama al cielo, porque es la isla que es, y lo es, sabiendo que eso es lo que quería ser. Construida a golpe de pecados compartidos, ceguera voluntaria, lamentos y apelaciones a la triple insularidad y los agravios derivados de ella, se ha pasado de frenada, convertidos en ciudadanos de primera, sin control alguno, y lamentándose como ciudadanos de segunda. Lanzarote, ha sido un tanto de lo mismo. La diferencia no es tanta. 
 
Paradójicamente, el propio sistema se ha mostrado ineficaz para controlar el territorio y su desarrollo a pesar de la cascada de normas pensadas para su gestión. Ni han funcionado las normas, ni lo han hecho las personas y administraciones cuyo cometido era el de controlar. A veces esas mismas normas, por interpretables, han estado al servicio de todo lo contrario, de la corrupción y del “poder hacer” de notables empresarios, más destacados por las formas mafiosas que por su impecable gestión de lo propio y el cuidado de lo común. Y esta forma de hacer ha encontrado respaldo en gobiernos municipales, insulares o en el autonómico, que hasta hacen, en la ley, la trampa para responder a sus amos.
 
Según Groucho Marx, “la política es el arte de buscar problemas”
Los medios de comunicación no ayudan cuando están a sueldo de determinadas fuerzas económicas. Ya he escuchado, con más vergüenza yo que el supuesto periodista, en una radio local, cómo se refiere a un empresario que se caracteriza por no haber realizado una obra legal en su puñetera vida, como honrado empresario que cometió un error. Efectivamente nada ayuda, y pareciera que la población a lo que aspira es a parecerse a algunos personajes poco ejemplares. 
 
Las complicidades de la ciudadanía con los aspirantes a puestos de responsabilidad en las administraciones públicas son parte de la respuesta a que no podamos avanzar. Nunca como ahora se ha visto a tanto vividor postulado a regir nuestro destino, ni a tanto incompetente aspirando a tomar decisiones sobre nuestro espacio común que tanto afecta a nuestra vida. Nunca antes una sociedad ha tenido tantas herramientas para no cometer errores ni tantas posibilidades de estar informada, pero, de igual modo, nunca una sociedad ha estado tan distraída de los esencial, como si no se sintiera concernida con los que la representan, ni les importara el mal uso que se hace con sus recursos públicos. No sé si ha habido antes una sociedad tan conscientemente ignorante de todo lo que no sea de su propiedad. Porque no sienten que el espacio público les pertenezca, o acaso la política ha logrado que ese espacio-que sí nos pertenece-sintamos que no nos pertenece. De ser así, ha sido un éxito de quienes han hecho de la política su modo de vida. 
 
Según Groucho Marx, “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Yo diría que los remedios que interesen a ellos mismos y a los de su cuerda en forma de obra pública. Ahí, en la frase, quedan retratados muchos personajes que están o que han estado, y esperaría que los que aspiran a llegar a la gestión pública no estén para servirse y hacernos creer que nos sirven, ni que mientan para ocultar la verdad, todo esto, parte de un compendio de frases célebres que vienen al pelo.

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