Top Secret, 1 de julio de 2019

Los Centros

Recuperar el espíritu que impulsó la creación de los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo de Lanzarote. Ese es uno de los retos adelantados por la presidenta del Cabildo en su discurso de investidura.

Los Centros

Recuperar el espíritu que impulsó la creación de los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo de Lanzarote. Ese es uno de los retos adelantados por la presidenta del Cabildo en su discurso de investidura. Los Centros de Arte, Cultura y Turismo ya ni siquiera eran Centros Turísticos, como de siempre los hemos denominado para abreviar. En las comunicaciones oficiales bastaba con poner EPEL-CACT. Pasó algo similar con la Casa de la Cultura Agustín de la Hoz. El concejal de Cultura nacionalista en el Gobierno de Eva de Anta omitió deliberadamente el nombre del escritor y la llamaba simplemente Casa de la Cultura de Arrecife. En ese caso, además, trataban de reírse de los periodistas respondiendo, a la pregunta de si le habían cambiado el nombre, que no. Que seguía llamándose ‘Agustín de la Hoz’. En estos tiempos modernos donde nos las apañamos con siglas y anglicismos varios, quizá resulte más pertinente que nunca volver a llamar a las cosas por su nombre. Si, además, estamos ante unas obras singulares, creadas gracias a la sensibilidad de un artista irrepetible y con su alma perfectamente definida, se terminaron las excusas.

La paja del trigo

Así que se retomará el espíritu de los Centros de Arte, Cultura y Turismo. Antes, como parece lógico, se separará la paja del trigo. Centros Turísticos sólo hay siete. Siete ideó Manrique y siete sigue habiendo: Jameos del Agua, Cueva de los Verdes, Mirador del Río, Monumento al Campesino, Museo Internacional de Arte Contemporáneo del Castillo de San José, Jardín de Cactus y Montañas del Fuego. Sin embargo, si acuden a la página web de los Centros comprobarán que el anterior gobierno de Coalición Canaria añadió a esa Red la Casa Amarilla –antiguo Cabildo de Lanzarote en la calle Real-, el Museo Atlántico –museo submarino de Marina Rubicón- y el Museo Arqueológico de Lanzarote –la tristemente famosa casa de la calle Fajardo-. Faltan en esa relación el bar de El Almacén y las infraestructuras creadas en el Islote del Amor. Estas cinco últimas instalaciones nada tienen que ver ni con César Manrique ni con su filosofía. Así que el nuevo gobierno presidido por la socialista María Dolores Corujo lo tiene claro: de entrada imagen corporativa diferenciada entre lo que creó César y el resto de ocurrencias políticas. Y un repensar el destino de alguna de ellas.

El museo hundido

Entre lo que se replanteará el nuevo grupo de gobierno del Cabildo está el llamado Museo Atlántico. Popularmente conocido como museo submarino y que en realidad es un museo hundido, además de sumergido. Puede que haya quien se empeñe en seguir haciendo el ridículo cantando las excelencias de una instalación que copia otra existente en el Caribe, del mismo autor, y que tiene ideas parecidas en Croacia, Turquía o La Palma, sin ir más lejos –como aquí mismo dejamos plasmado desde el minuto uno-. Es duro reconocer los fracasos, sobre todo cuando se ha tomado esto como un asunto personal, pero las estadísticas cantan: apenas una veintena de visitantes al día tiene la ruina de museo ese. Lo más sensato sería devolvérselo al artista que lo creó, si la letra pequeña del contrato lo permite. Igual alguno de aquellos entusiastas defensores de “la cosa” se ofrecen de taquilleros, ahora que tienen más tiempo libre y así el Cabildo deja de gastar dinero, además de todo el que ya se ha gastado. O tirado al mar.

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