Jorde y el primer hotel turístico de Gran Canaria

Jorde y el primer hotel turístico de Gran Canaria

La historia del turismo y el periodismo son paralelas, con numerosos periodistas que nos permiten a través de sus publicaciones esclarecer los acontecimientos y la evolución de este sector en la isla, como el caso de Jorde (seudónimo de José Suárez Falcón, Gáldar 1880 – Las Palmas de Gran Canaria 1957) quien fuera uno de los promotores de la Asociación de la Prensa de Las Palmas (fundada en 1898) por Franchy Roca y retomada a principios del XX por Domingo Doreste Fray Lesco.
 
Los periodistas, según recuerda J.J. Laforet, nos permiten conocer aquella “ciudad en expansión y modernización, que contemplaba la construcción de un gran puerto... así como de nuevos fenómenos como el turismo, que conllevaba la introducción de modas y costumbres hasta el momento desconocidas en la isla, a la expansión del sector cultural contemplaba en 1898 la salida a la calle de periódicos como 'Diario de Las Palmas', 'El Fígaro', 'Sin Título', 'El Telegrama', 'El Tiempo', 'Los Sucesos', 'La Patria', 'El Cronista', 'España' o 'El Atlántico'...”.
 
El fundador de la Asociación el abogado y periodista José Franchy Roca (Las Palmas de Gran Canaria 1871 – México 1944), dirigió el periódico 'Las efemérides', donde encontramos a un jovencísimo periodista Jorde (según recoge la investigación de Beatriz Andreu).
 
Más detalles sobre la figura de Jorde encontramos en el trabajo de Sebastián Monzón Suárez y Alejandro C. Moreno y Marrero, titulado 'Recuerdos de Gáldar': Trabajó como funcionario del Ayuntamiento de Las Palmas como bibliotecario y posteriormente director del Negociado de Sanidad Municipal. Como periodista fue redactor de 'Efemérides', 'El País', 'El Comercio', 'El Liberal', 'Hoy' y 'Falange', colaborador de 'La Provincia' y 'Diario de Las Palmas', así como director de 'El Telégrafo', 'La Defensa' y 'Ecos'.
 
Publicó sus obras “Al margen de la vida y de los libros”, “Burla Burlando”, “Historia de los establecimientos de enseñanza de Las Palmas”, “Labor Volandera”, “Galdós en el teatro contemporáneo”, “Bocetos biográficos de D. Antonio López Botas, D. Antonio Artiles Ojeda y D. Andrés Navarro Torrent”, “El Puerto de la Luz y los hermanos León y Castillo” y, por último, “Visiones y hombres de la isla”, del que publicamos el texto titulado "Turismo y hoteles".
 
Vinculado al Museo Canario toda su vida, Jorde mantuvo una estrecha amistad con Tomás Morales, Alonso Quesada, Saulo Torón, Fray Lesco, Francisco González Díaz, Néstor Martín Fernández de la Torre, Nicolás Massieu, los hermanos Luís y Eduardo Benítez Inglott, Juan Sosa Suárez (“Belarmino”), José Mesa y López, Domingo Rivero, los hermanos Luís y Agustín Millares Cubas, Carlos Navarro Ruíz, Montiano Placeres, Bernardino Valle y Gracia, Francisco de Armas Medina, José Batllori y Lorenzo, Ángel Guerra, Manuel González Martín y otras celebridades.
 
“Visiones y hombres de la isla”: Turismo y hoteles:
"En curso de ejecución las obras del puerto de refugio, levantáronse hoteles extranjeros con miras a la atracción de turistas. Cuando al poco tiempo de la conquista, las naves de Colón hicieron escala aquí, en viaje hacia el nuevo mundo, el puerto llamábase de las Isletas, que daban abrigo a la extensa rada. Según la tradición, una misteriosa y fugitiva luz que salía de los riscos de Guanarteme y recorría la ribera hasta la antigua ermita de la Virgen, dió nombre al puerto. Esa luz, que encendía la supertición de las gentes sencillas, fué la que, disipando las tinieblas de la incomunicación y el atraso de esta isla, alumbró los horizontes del futuro con la construcción del puerto.
 
El primer hotel de turismo que se edificó fué el Santa Catalina, en el viejo camino abierto entre arenales, bordeado de polvorientos tarahales. Hagamos un breve historial. La construcción del edificio para albergue de turistas, despertó general entusiasmo, disputándose la adquisición de acciones. Hubo quien invirtió sus ahorros en acciones.
 
Para edificar el hotel constituyóse una sociedad, The Grand Canary lslands. De las 2.500 acciones emitidas, a 250 pesetas cada una, reserváronse 300 al capital canario. El Consejo administrativo residía en Londres y en nuestra ciudad se constituyó una Junta, bajo la presidencia de don Fernando del Castillo y Westerling, conde de la Vega Grande, de la que formaban parte el general Pérez Galdós, el ingeniero León y Castillo y otras personalidades de acreditada solvencia económica y moral. Las obras se terminaron antes de dos años de iniciadas, inaugurándose el hotel a principios de 1890, el mismo año que comenzó a funcionar el tranvía a vapor.
 
En las temporadas de invierno, el hotel de Santa Catalina se llenaba de huéspedes, ingleses en su mayoría, construyéndose más tarde el Metropole, Santa Brígida, Victoria. En Santa Catalina alojáronse notables personajes españoles y de países extraños, entre los que recordamos al conde de Pradere, uno de los principales accionistas de la compañía de Electricidad. Asistió a la inauguración del alumbrado público de Las Palmas, a fines del siglo pasado. En uno de los salones bailó sus voluptuosas danzas la celebrada artista Luz Chavito, tan aplaudida en París, que viajaba con el conde de Pradere.
 
En breve estancia pasó asimismo por Santa Catalina, la bella aventurera del amor, princesa del Caraman Chimay, con el violinista húngaro Rigo. En 1906 se hospedaron en el Santa Catalina los ministros que acompañaron al rey D. Alfonso XIII a Canarias: Conde de Romanones, general Luque y almirante Concas.
 
Las repercusiones de la guerra del 14 al 18 fueron catastróficas para el archipiélago. Sin tráfico los puertos, paralizada la exportación de frutos a los mercados extranjeros, sin movimiento de viajeros, las islas padecieron una grave crisis económica, traducida en profundo malestar colectivo. Para dar de comer a multitud de obreros, sin trabajo en el Puerto de la Luz, instaláronse cocinas económicas.
 
La empresa del hotel resultó ruinosa para los accionistas locales que perdieron el dinero empleado, sin percibir los dividendos con que soñaron en su patriótico optimismo. Cerradas las puertas, el Santa Catalina se puso en venta. D. Juan Bordes Claverie y D. Miguel Curbelo Espino adquirieron las obligaciones, pasando a ser de su propiedad el edificio y los extensos terrenos, desde la carretera hasta el filo de la colina del poniente, donde se habían instalado juegos de pelota.
 
En 500.000 pesetas trató de adquirir el Cabildo insular el inmueble para instalar en él un asilo de niños. Hubo oposición, por creerse que no debía desaparecer el hotel, y se desistió. Entonces se apresuró a adquirirlo el Ayuntamiento, presidido por D. José Mesa y López, en 1922, conservándose el hotel y destinando los Jardines a parque municipal, con el nombre de Doramas, en memoria el heroico canario que perdió la vida luchando contra los conquistadores. Con loable previsión, a fin de ensanchar el parque, el señor Mesa y López adquirió también para la ciudad, la finca colindante de Wood, en la cual estaba enclavada la vetusta ermita de Santa Catalina. En este lugar se alza hoy el típico Pueblo Canario.
 
Fue el de Santa Catalina el más importante y confortable hotel de nuestra isla y es hoy el más suntuoso, abierto nuevamente al público. El primitivo edificio, conservando en la reconstrucción su elegante traza arquitectónica, ha ganado en amplitud para la adecuada instalación de los diversos servicios que exige un moderno hotel de turismo. Sus espaciosos jardines, con ejemplares de rica flora indígena, se embellecerán más cada día".

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