Top Secret, 9 de julio de 2019

100 días

¿Dónde quedaron los cien días de gracia que se otorgaba a los nuevos gobiernos de las instituciones? No llevamos ni quince días y ya ha habido tortas dialécticas en varias direcciones. Siga leyendo...

100 días

¿Dónde quedaron los cien días de gracia que se otorgaba a los nuevos gobiernos de las instituciones? No llevamos ni quince días y ya ha habido tortas dialécticas en varias direcciones. Parece que la norma no escrita de dar cien días a los gobiernos que se estrenan tiene su origen nada menos que en Napoleón Bonaparte. Fue lo que se conoció como Les Cent-Jours –que en realidad fueron 111– y se relaciona  como símbolo de renacimiento en 1815, desde su exilio hasta su vuelta triunfal a París. Otros teóricos, sin embargo, ubican el inicio de este periodo de confianza en 1933, en los Estados Unidos. Franklin Delano Roosevelt, en medio de una crisis económica que amenazaba la subsistencia de la democracia y la unidad del país, solicitó ese plazo que fue entonces una muestra de consenso y colaboración del Congreso ante la emergencia nacional que planteaba la Gran Depresión. Parece que empleó ese tiempo pidiendo a sus conciudadanos –a los que llamaba ‘amigos’– que no sacaran todo el dinero del banco y que confiaran en las medidas que se iban a tomar para superar la crisis.

De lejos

Los que estos días están a mamporro dialéctico limpio contra los nuevos gobiernos –y no tan nuevos– pueden elegir entre ser faltones con el chiflado Napoleón o deslustrar al yanqui que sacó a su país de la peor crisis económica de su historia. Pero no logró que dejaran de beber, ya ven. Al caso. En la isla esos 100 días de gracia también se solían otorgar. Prensa y oposiciones varias se tomaban un trimestre sabático puede que más como medida de descanso tras la precampaña y campaña electoral, que como confianza a ver qué tal el andar de la perrita de los nuevos. Demos por bueno, sin embargo, esto último. Y, en efecto, parece un tiempo razonable para ver y analizar las primeras medidas de los gobiernos recién constituidos. Aunque para intenciones, las expresadas en los primeros presupuestos que elaboren esos nuevos gobiernos. Ahí se ve claramente por dónde se quiere que vayan los tiros. Ocurre que eso nos pilla fuera de plazo. Como muy pronto los presupuestos se llevarán a pleno en diciembre, siete meses después de las elecciones. Más del doble de esos cien días.

Leña

Esta vez el que batió el récord de la incontinencia leñera fue Echedey Eugenio, de Coalición Canaria, en la oposición en Arrecife. En el mismo pleno de elección de Alcaldesa ya le mandó leña a carretadas. Puede que aquello tuviera más que ver con el rencor del despechado que con otra cosa, pero ahí que se empleó Echedey con sumo interés. Y, a partir de entonces, Ciudadanos en San Bartolomé –es cierto que el gobierno batatero es nuevo pero no lo es–; Juan Monzón en Yaiza –tres cuartos de lo mismo–; y el Partido Popular en Tías –que igual reivindica que José Juan ya fue alcalde y no necesita adaptarse, vayan a saber–. También han recibido estopa tempranera los alcaldes de Tinajo y Teguise, los menos nuevos de todos, y que quizá por ello deberíamos dejar fuera de estos ejemplos porque no tienen que acostumbrarse a nada que implique gobernar. Al contrario, mal andaríamos si pidieran cien días. El único que de momento se ha librado ha sido Haría. Y porque hasta hace bien poco no se sabía exactamente quién iba a estar repartiendo y quién recibiendo.

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