Top Secret, 26 de junio de 2018

Antes que el aeropuerto

Antes que el aeropuerto
Antes que un nuevo aeropuerto se nos ocurren unas cuantas cosas. Un par de debates que culminen con un plan de obras necesarias, que no admiten demora. Cuestiones que tienen que ver más con cuidar a turistas y residentes. Les invitamos a que compartan con nosotros una reflexión que quizá no nos hemos hecho antes, porque lo que pretendemos apuntar se ha venido dando paulatinamente. Hemos ido creciendo junto a esta nueva realidad. Es la famosa lluvia fina que no moja hasta que te das cuenta que vas enchumbado. La cuestión es: ¿Se han dado cuenta de la cantidad de pueblos de Lanzarote que han quedado partidos por la mitad por carreteras que hemos ido haciendo cada vez más grandes y más rápidas? Mientras en el resto del Archipiélago no han escatimado en infraestructuras que circunvalen zonas pobladas, aquí nos hemos dedicado a separar vecinos. Con el agravante de poner en riesgo sus vidas cuando unos quieran visitar a otros. Lo podíamos haber escrito a las pocas horas de la última muerte en una de esas travesías, pero hemos decidido esperar un tiempo para que no se nos acuse de ventajistas. Pero lo ocurrido recientemente (otra vez) en Tiagua debería hacer que nos replanteáramos algunas prioridades.
 
Continuos parches
Tiagua es, en efecto, un ejemplo de partición. Pero también Mácher. Y Mozaga. Y la Villa de Teguise y San Bartolomé y Playa Honda. En este último caso, además, se da un fenómeno que afecta no sólo a los residentes en esa localidad, que ya son unos cuantos, sino a los de media isla que acuden a la principal zona comercial, en continuo crecimiento y con marcas que llaman cada día a más consumidores. La autovía ha acabado partiendo en dos la zona y complicando muchísimo los accesos que siguen siendo los de toda la vida, con la diferencia de que los vehículos se han multiplicado por mucho. Es de suponer que algún departamento gubernamental tenga estadísticas que no haría falta estudiar en profundidad para justificar una inversión seria. Nada de bromitas del tipo “ampliamos el puente”, “ponemos un carrilito más aquí o allá”. El político conejero, por simplificárselo, debería hacerse una pregunta antes de aceptar una inversión regional: “Oiga, ¿se permitiría que se hiciese esto en Tenerife?”. Si la respuesta es “no”, como probablemente serían las respuestas al 90% de los ofrecimientos, deberían contestar, de manera lo más educada posible,  “métase usted el proyecto donde le quepa”.
 
Ir a por el todo
Y ya que salió el tema de Playa Honda. ¿Alguien sabe, de un modo definitivo, cuáles son los planes de los gobiernos insular y de Canarias, sobre los accesos a la zona comercial? Sabemos de lo deseable, pero también que somos los primeros en borrarnos de las peleas. Y sabemos también de sugerencias en avanzado estado de estudio que dejan boquiabiertos a los concejales de pueblo. Tan asombrados como preocupados. Tan alucinados con la idea como temerosos de plantearlo incluso dentro de su propio partido. Playa Honda tiene pocas opciones más que ver cómo se deprime un tramo de la autovía y se aprovecha para unir las dos partes ganando terreno para el ciudadano peatón frente al automovilista. Soterrar la autovía, repensar los accesos y que “el techo” sea lo que reúna a las dos partes de Playa Honda. Ese, el de las carreteras en sus muy diversas variantes, ha de ser uno de los debates de urgencia. Pero debate en serio. No como hasta ahora ya que, visto está, hemos perdido la mayoría de las discusiones. O hemos optado por lo fácil: ¿Vía ciclista? ¿La construímos? ¡No! Mejor reducimos la velocidad en lo que ya tenemos.

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