Argana Viva

¡Soy de Argana porque me da la gana! Esta frase es toda una declaración de intenciones de quienes, como Ana Balboa, han decidido organizarse y salir a la luz para reclamar al Ayuntamiento de Arrecife más infraestructuras públicas para Argana Alta. Nueve mil almas residen en un barrio que necesita lo más elemental: parques infantiles para los niños, canchas deportivas para los jóvenes y una oficina municipal para los trámites burocráticos. Y horarios más frecuentes del servicio urbano de guaguas.
 
Las organizaciones vecinales tradicionales han  sido absorbidas por el partidismo

Por eso surge el movimiento vecinal ‘Argana Viva’. Por eso y porque las organizaciones vecinales tradicionales han desaparecido del mapa, absorbidas por el poder político y partidista con prebendas, lisonjas y el fiestorro anual en el barrio. Al menos en Lanzarote, el movimiento vecinal tiene ante sí el desafío de renacer de sus cenizas, conectar con las necesidades reales y actuales de la vecindad, organizarse, abrirse a la participación y ser rabiosamente político aunque radicalmente apartidista.
 
La emergencia de ‘Argana Viva’ no es sino la constatación de que la transformación del barrio pasa porque sus pobladores se conviertan en protagonistas de su destino: o se movilizan o todo seguirá igual. El pabellón municipal sigue cerrado. Las canchas deportivas de los colegios son inaccesibles fuera del horario escolar, seguramente para que no se desgaste el cemento del piso, un absurdo que se extiende por toda la geografía urbana y que impide a los jóvenes explayarse de buenas maneras. Y el Ayuntamiento les queda lejos, en los dos sentidos del término.

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