Top Secret, 12 de marzo de 2020

Ariadna

Ariadna

Ariadna es una joven de 19 años estudiante en un centro público de Arrecife desde hace cuatro años. Tiene movilidad reducida. Desde el primer día reclamó un ascensor. Hoy sigue esperando. Durante todo este tiempo su enfermedad, de las llamadas raras, ha ido empeorando. Sufre metabolopatía, una enfermedad degenerativa que afecta a menos de una por cada diez mil personas. Y que empeora a cada esfuerzo muscular que haga de más. Como, por ejemplo, salvar barreras arquitectónicas que ya no debieran existir a estas alturas. ¿Es achacable a la consejería de Educación del Gobierno de Canarias, por tanto, un empeoramiento en la salud de esta joven? Juzguen ustedes mismos. Si, como parece, instalar un simple ascensor en un edificio preparado para ello no es cuestión de física nuclear ni ingeniería aeroespacial ni nada que se le parezca, convendrán conmigo en que martirizar a Ariadna durante cuatro años le ha hecho de todo menos bien. En casos como este, malo es que la administración no haga lo que debe hacer. Peor es, no obstante, que te engañen y se rían en tu cara. Como si no tuvieran bastante con los esfuerzos cotidianos por salir adelante, han de aguantar además a políticos insensibles y mentirosos. Además de inútiles e incapaces

La madre

Cuenta la madre de Ariadna, que se llama Vanessa y es una infatigable luchadora, que en 2017 Educación le contó que la Escuela de Arte Pancho Lasso, donde se matriculó, es un edificio singular y que precisaban permiso de Patrimonio. En septiembre de 2018 tenían ya ese permiso. Dos años después el permiso lo seguirán teniendo, si no se ha ajado con el tiempo, pero el ascensor sigue sin aparecer. Añade la madre que a inicios de ese 2018 el entonces director insular de Educación del Gobierno de Canarias, Mario Pérez, le dijo que “desde que llegase la documentación oportuna”, se haría el ascensor. Ni rastro. Los actuales dirigentes de la consejería educativa no responden. La directora insular, Celeste Callero, al menos le reconoció que en esa oficina no podían hacer nada más que unirse a su reclamación, que eso es cuestión de la consejería de Educación. Y allí no responden.

Impotencia

El director de la Escuela Pancho Lasso, Manuel Perdomo, en todo momento “ha estado apoyando nuestra lucha” dice Vanessa. Cualquier papel necesario siempre han tratado de que se culminara cuanto antes. Pero hasta ahora se han topado con la realidad de una administración educativa absolutamente insensible para con Lanzarote, por muchas milongas que les hayan oído decir. Llenaron Lanzarote de barracones a las que llamaban “aulas modulares” y seguro que todavía les zumban los oídos cuando les escucharon hablar de que eran “mejores que las de obra”. Lo dicho: lo peor, siendo malo, no es que no te hagan las obras necesarias, máxime cuando se trata de personas con la realidad a la que se enfrente Ariadna. Lo peor es cómo tratan de engañarte, camuflando su incompetencia, tratándote sin ningún respeto al pensar, como se piensan, que nos creemos sus absurdas explicaciones.

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