Arrecife y sus animales

Un día de estos, Arrecife podría convertirse en una ciudad amable con los animales. Es lo que ahora se lleva y por eso muchas ciudades inician el trámite de modificación de sus ordenanzas de protección animal para, entre otras cosas, prohibir los circos con animales o establecer el ADN como método de identificación para la prevención del maltrato y el abandono. Hay consistorios municipales que ya prohíben esparcir azufre para disuadir a los canes de orinar en las esquinas y alguno ya incluye la consideración de los animales como seres vivos para que, en situaciones de catástrofe los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado puedan entrar a una propiedad privada para rescatarlos.
 
No estaría mal que, en paralelo, los animales de compañía sean amables con las ciudades en las que viven y, sobre todo, con los ciudadanos que las habitan. A través de sus amos, claro, porque aunque hay animalitos con conocimiento no siempre puede decirse lo mismo de sus dueños. ¿Te imaginas? Una ordenanza a favor de los animales y otra de buena conducta de los propietarios de perros que recoja sus obligaciones cívicas en el espacio urbano, como recoger excrementos, que no caguen en parques, jardines y playas, que echen agua a las meadas, que no ladren de madrugada como si estuvieran poseídos… Y hasta pagar impuestos.
 
Zamora, sin ir más lejos, pretende implantar un pequeño impuesto que deberán abonar obligatoriamente los dueños de perros. Su intención no es castigar actitudes incívicas, sino contribuir a mantener el coste de las zonas habilitadas para los canes en la ciudad. Ciudades amables con los animales; animales respetuosos con las urbes y la ciudadanía: ese es el punto.

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