Contra Manrique

Ya va para 27 años. Más de un cuarto de siglo ha transcurrido desde la muerte de Manrique. Tanto tiempo parece un periodo lo bastante largo como para que algunas personas con talento hubieran hecho una buena carrera profesional sin lo que interpretan como la pesada carga de Manrique, a no ser que lo  hubieran desperdiciado entre los demonios de la ira, la frustración y el resentimiento, y culpando a un muerto por su desgracia.
 
Ya pasada la sesentena, todos ellos merecerían estar viviendo un momento dulce. ¿Pero qué tienen en común estos personajes? Diría que la falta de reconocimiento social y profesional, o su pérdida,  que los catapultara a algo parecido a la eternidad. Como lo que consiguió Manrique. Eternidad que creen merecer y que, igualmente, consideran que les hurta la sombra que Manrique proyecta desde la isla al mundo.
 
Por eso se unen, se alimentan y se necesitan. De sus debilidades, rencor y de su vanidad, saca provecho Coalición Canaria (CC), aupada al poder y dirigiendo  esta orquesta desafinada. Ignoran aquéllos que lo que hacen es dormir con el enemigo, que les utiliza y que no va a proveerles de prestigio alguno. Ese enemigo que tiene la capacidad de redactar normas y leyes para materializar el asalto a las Islas y repartir el botín con el poder que personifican  los empresarios que, a su vez,  utilizan a los anteriores.
 
Despliegan el discurso de negación de Manrique, como si necesitaran de una segunda muerte del artista
Una cascada de intereses donde los de arriba chulean a los de abajo. Y, en el último escalón, aquellos a los que me refiero, los resentidos. Quienes creyeron ser la musa, el artista, el literato, el crítico... son uno de los medios para las pretensiones de CC. A las órdenes de aquellos y con recursos públicos, despliegan el discurso de negación de Manrique, como si necesitaran de una segunda muerte del artista para optar a una carrera que, o no tienen o nunca arrancó. O es que, efectivamente, carecen de talento.
 
Cuando el Cabildo de Lanzarote inaugura “sus actos” por el centenario de Manrique con una primera muestra sobre la historia de El Almacén, ya podíamos intuir que comenzaba el programa de la negación del artista, apenas presente en esa exposición, sólo esbozado en las palabras de un Dámaso al que algunos pretenden hacer poseedor de un talento que la notoriedad de César anula. Nada más falso que esa manipulación de la realidad, en la que Clavijo, el presidente, participa cuando le promete un museo en cada isla. Hasta ahí llegó la influencia de la musa despechada. Y Pepe, en su vanidad, se prestó al juego, cuando lo que necesita es sosiego en este momento de su vida. Quien lo engaña y lo utiliza, resentida porque fue apartada, urde su venganza y lo hace pretendiendo igualar a un limitado Dámaso con un expansivo y talentoso Manrique.
 
En la muestra de El Almacén, dos mesas expositivas anunciaban la demonización de Manrique
En la muestra de El Almacén, dos mesas expositivas anunciaban la demonización de Manrique. En una, "el sueño", en la otra, "la pesadilla". La lectura no parece otra que la pretensión de culpabilizar al artista del desmán urbanístico de Lanzarote al haberse atrevido a proponer un exitoso modelo de vivienda inspirada en la tradición constructiva local, que otros reinterpretaron y vulgarizaron. ¿Manrique responsable del urbanismo voraz? ¡De locos! Esa es la narrativa que quieren imponer.
 
Se confirma el pálpito anterior en la exposición del antiguo Cabildo. La negación, nuevamente, de la figura de Manrique, y una afirmación de uno de los comisarios de esta muestra: "...el Charco (de San Ginés) no es de nadie y es de todos (silencio)... como la isla". Pretenden defender que la exposición no es más que la apertura de ventanas en las que se aprecian personajes que también han existido, y han sido y son importantes para la isla, lo hacen negándole ninguna ventana al motivo de la exposición. Lo raro es que no abrieran alguna sobre ellos mismos. 
 
De nuevo ignorado porque, según un relato de parte, Lanzarote es más cosas que el artista. Afirmación pueril y una pataleta de la que habría que preguntarse si no han tenido 27 años para homenajear a todos los que lo merecieran, y no de esta manera, aprovechando el marco del centenario para afirmar a unos sobre la negación del otro. No sé cómo se prestaron, por cierto, los del vídeo que se proyecta en la muestra. Puede que algunos de ellos lo hicieran engañados sobre el fin último de su presencia ahí. Otros sabían a dónde iban, y, sobre todo, con quién.
 
Me consta que César en algún momento apreció a todos estos que hoy se mueven en el fango
Me consta que César en algún momento apreció a todos estos que hoy se mueven en el fango, y todos disfrutaron de aquel Manrique. Sé que el problema no sólo es Manrique, es la Fundación que él creó. Esta es la responsable de que no olvidemos de una vez por todas a César para poder, unos, destruir, otros, ser los diseñadores, comisarios, cronistas... y musa, de la destrucción.
 
En el antiguo Egipto el olvido se consumaba borrando las imágenes de los monumentos en los que aparecían los defenestrados. Algo parecido a lo que CC pretendió con Agustín de La Hoz, intentando negar el nombre que la Casa de la Cultura lleva en su memoria. Algo así como que "lo que no se nombra no existe". Son los mismos, ahora con Manrique, que casi lo consiguen antes con de La Hoz. Agustín no tenía una fundación, Manrique sí. Esa es la desgracia de estos, pero por distintos motivos para unos y otros. Para CC, porque no puede borrar la influencia que Manrique nos legó sobre las necesarias políticas de contención, porque ahí está su Fundación para recordarlo. Por cierto, políticas necesarias para nuestra supervivencia a las que CC combate con leyes diseñadas para todo lo contrario. Para los resentidos, porque no pueden borrar a Manrique, ni competir con su talento, ni utilizar la isla como soporte de su obra, ni ser alguien con la capacidad suficiente que nos permita olvidarlo. Tan ingratos nos creen.
 
Me pregunto, releyendo esto, si merece la pena escribir sus nombres. No, no la merece, concluyo.

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