Opinión

Cuánto vale una bio-esquina o el mal uso de los recursos públicos

Cuánto vale una bio-esquina o el mal uso de los recursos públicos

El Ayuntamiento de Arrecife ha recuperado un proyecto elaborado a instancias del Cabildo años atrás que se dio en llamar bio-esquinas, consistente en intervenciones en las vías públicas con el afán de promover determinado grado de transformación urbana. La Reserva de la Biosfera del Cabildo de Lanzarote y el arquitecto Palop son, respectivamente, la instancia y el diseñador del proyecto, y el edil del Ayuntamiento de Arrecife Armando Santana el actual promotor para la materialización del mismo.

Ya entonces, atendiendo a la entidad del proyecto al que se aspiraba, no comprendí por qué no explorar los conceptos de bio-calles, bio-parques o bio-ciudad, porque estos si implicarían profundos cambios.  Aunque las bio-esquinas aparenten ser también una opción —en todo caso, como acción puntual—, resulta, desde la perspectiva de la visión de una calle o conjunto de calles, poco ambicioso para el logro de la transformación urbana que no dudo quieren sus ideólogos y promotores, aunque fuera como una acción puntual y complementaria de otras intervenciones. Percibo que en el afán de resultar original o en el de pretender sacar adelante un proyecto, y considerando la formación de su creador —arquitecto—, entiendo que le ha podido más el incorporar un componente de diseño que muestre una tarea en apariencia sesuda, que la apuesta por una intervención simple, efectiva y económica. Si de lo que se tratara fuera el promover hileras de árboles, eso no parece dar juego al lucimiento, y el ego y el bolsillo hay que alimentarlos así sea a costa del bienestar de la colectividad que se deriva del disfrute de los espacios públicos. En este caso hasta el “menos es más” debería ser una máxima que considerar en todas las propuestas que emanen de la sede de la Reserva de la Biosfera.  

Es como un retroceso que nos sitúa en las pérgolas que hace unos decenios se impusieron como un mal sueño por muchas ciudades

Siguiendo con el aspecto económico, lo primero que llama la atención es el coste imputado a cada intervención, porque emplear DOCE MILLONES DE EUROS en intervenir en cuarenta esquinas de la ciudad de Arrecife, es de las cosas más poco razonables que he podido leer, más, estando un organismo pretendidamente sensible, como es la Reserva de la Biosfera, liderando el proyecto. No sé cuáles son los emplazamientos —ni me suscita, con ese precio, el menor interés— e ignoro el coste de mantenimiento de las estructuras y la periodicidad con la que hay que acercarse a cada instalación para pintar, cortar, replantar y mantener. Como me ven venir, lo aclaro: cuestiono los beneficios de un soporte con jardineras sobre la que se planten geranios, bajo la que se dispondrían más jardineras, muros y toda suerte de recursos artificiales y que cuesta trescientos mil euros por unidad, frente a la otra posibilidad de un asiento ergonómico, y por tanto confortable, bajo un árbol como los existentes en cualquier ciudad del mundo. De ponerle precio, deberá costar lo que valga un árbol más un banco y la obra civil. Pongo en cuestión también que con una bio-esquina en una confluencia de calles se produzca ninguna transformación de la ciudad. Porque lo que el autor de las bio-esquinas propone es la simulación de un árbol donde no hay un árbol, así disponga de wifi y minibar. Aquí he de plantear la reflexión sobre qué es lo que cualifica más, si el árbol o la escultura del falso árbol; si una acción puntual en cada una de las cuarenta parcelas en las que zonificaríamos la ciudad, o interviniendo en la mayor parte de las calles de todo el espacio urbano. Si de lo que se trata es de costes, hará que confrontar lo que cuesta una y otra intervención. Si hablamos de valor -—que es un concepto diferente— parece claro cuál es el de uno y el de la otra. Con cuarenta de esas estructuras, tampoco cualificamos Arrecife. Es como un retroceso que nos sitúa en las pérgolas que hace unos decenios se impusieron como un mal sueño por muchas ciudades y que más que arreglar, entorpecían.

Somos carne de permanente discrepancia y habrá de llegar el momento en que alguna fórmula permita el alcance de consensos

Pretender que esta propuesta sea el modelo asumido por todos, como pretenden algunos, resulta ambicioso, pero también algo petulante porque es como pensar en la infalibilidad de “su” propuesta, la cual parece andar muy lejos de ser la panacea. Se puede y se debe discrepar desde lo económico, y se podrá estar o no de acuerdo con los aspectos prácticos o puramente estéticos. Todos creemos tener una vaga idea de lo que queremos como ciudad y seguro que no habrá unanimidad. También tengo la certeza de que no llegar a acuerdos resulta lícito. En algún caso las razones de otros pueden ser contundentes y en algún caso podrá carecerse de argumentos. Sí me descoloca que se preste tanta atención y no sea objeto de cuestionamiento por parte de la Reserva las características de este proyecto, y no vean lo que un ciudadano medio aprecia en él, tal que parece estar muy lejos de ser la solución y más lejos aún de la doctrina que debe imperar en un órgano que propone intervenciones para una Reserva de la Biosfera. 

Si no estoy errado, existe un proceso previo de participación. Llamémosle así.  Pero dar apariencia de participación es también una estrategia para la que hay que tener habilidades.  No me cabe duda de que un proceso de definición de la ciudad que uno anhela, del diagnóstico de sus fortalezas y debilidades y de sus déficits, así como de las propuestas de mejora, en ningún momento la respuesta debió ser de tal nivel de concreción como es el de plantear como solución la bio-esquinas, y mucho menos la de proponer cosas inasumibles por caras. Si a los participantes se les hubiera dado esa opción, que podría haber estado en la cabeza de los convocantes, no sé qué hubieran dicho. Puede que la Reserva hubiera necesitado el supuesto proceso de participación para justificar una propuesta que ya existía y que había que legitimar. Entendería que lo que ha de emanar de cualquier proceso de esta naturaleza no son tanto propuestas concretas como criterios: ciudad sin tráfico, sombra en los espacios públicos, espacios de ocio y de actividades, zonas de esparcimiento y recreo estético, mejora de la calidad del aire, zonas verdes…, y todo ello adoptará en una fase posterior la forma de proyectos de intervención. No sé yo si de los criterios y hasta de las propias propuestas lanzadas, la Reserva y el arquitecto entendieron que debían salir las bio-esquinas o estas ya estaban pactadas previamente. No lo tengo muy claro, ni tampoco que esa respuesta esté a la altura de lo que demanda la capital para que la percibamos más positivamente. 

La exigencia de talento a quienes intervengan en el espacio público es la única cuestión que debe prevalecer

Con seguridad, creo que somos mayoría quienes visitamos determinadas ciudades y coincidimos en lo hermosas, verdes y vivibles que son. La unanimidad que sí existe sobre esos destinos resulta impensable para establecer cómo debe ser el Arrecife soñado. Somos carne de permanente discrepancia y habrá de llegar el momento en que alguna fórmula permita el alcance de consensos. Arrecife nunca los tuvo. Lanzarote nunca los tuvo, pero contamos con un precedente de éxito sin consensos. Es bien cierto que no se va a repetir, ya no tanto por oportunidad histórica, sino por la confluencia en un momento determinado de talento y decisión política, o al revés. En aquella oportunidad nadie solicitó el parecer de la población para hacer lo que se hizo y hoy corren tiempos diferentes. Hablo de los denominados como Centros de Arte y Cultura del Cabildo de Lanzarote. Estos no son esos tiempos, claro está, pero la exigencia de talento a quienes intervengan en el espacio público es la única cuestión que debe prevalecer. Seguro que, interviniendo con talento, nadie va a toser. Bueno, los de siempre.

Arrecife, con este proyecto multiplicado por cuarenta esquinas, no será más amable, ni más sostenible, ni más accesible. De eso estoy plenamente seguro. Todo lo más tendrá esquinas amuebladas y la sensación de que seguimos sin atinar, embarcados en una pérdida de tiempo y de oportunidades, aunque lo vendan como el buque insignia de la Reserva de la Biosfera. Fuera de cada intervención como la que se propone quedarán miles de metros de ciudad de la que tendremos la misma mala percepción, y entiendo que el cambio profundo debe producirse de manera lineal en toda ella. Y sobre si es factible hacerlo de este modo, no albergo dudas.

No sé cuanta gente cabe bajo una instalación como las propuestas. Si sé cuanta gente cabe bajo miles de árboles en toda la ciudad.

Para el objeto de que se trata, suponiendo cubiertas las prioridades de la población, con doce millones de euros arbolamos las calles y las azoteas de Arrecife, construimos un enorme parque urbano, dotamos de placas fotovoltaicas todas las comunidades de vecinos y peatonalizamos unas cuantas vías. Es que verdaderamente no han estado finos los promotores anteriores y ahora el concejal.  Para tener esta Reserva de la Biosfera, mejor fichamos una empresa constructora de los que sabemos que tampoco considerarán lo de “menos es más”. Al menos sabiendo lo que son, no nos decepcionarán.

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