Desaforados

Se acabó el aforamiento. Un privilegio menos para los sesenta diputados regionales canarios. O setenta, si entrara en vigor la reforma del sistema electoral, como parece. Los ocho diputados regionales por la isla (y el que caiga en la lista regional de nueve, si es que alguno entra), pasarán a ser iguales que cualquiera ante la justicia tras la reforma del Estatuto de Autonomía, que incorpora el fin del aforamiento. Aunque parece que a estos podrían unírseles los dos mil políticos aforados que hay en España si llegara a prosperar la reforma constitucional que propugna Pedro Sánchez. 
 
Quitando los integrantes de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, en España hay unos 17.000 aforados. En Alemania no hay ninguno, por compararnos con alguien, lo cual ofrece una idea nítida de la condición de clase con que se ha investido el poder político en este país en esta etapa democrática. En países como Alemania o Reino Unido los políticos y cargos públicos son juzgados por los mismos tribunales ordinarios que al resto de ciudadanos. En Portugal sólo tienen esta protección judicial el presidente de la República y en Francia la disfrutan el presidente, el primer ministro y su gobierno. Por seguir comparándonos. 
 
La finalidad teórica del aforamiento es doble. Por un lado, que la labor de los altos cargos no sea lastrada por maniobras espurias; por otro, que los tribunales ordinarios no sufran presiones al juzgar a poderosos, aunque hay especialistas que discrepan y sostienen que en realidad es un intento de proteger a ciertos cargos haciendo que los juzguen tribunales más cercanos el poder ejecutivo. Prosperará o no la propuesta de Sánchez pero, de momento, parece que los diputados regionales canarios van a ser iguales que los demás ante la ley. No deja de ser un paso para reconvertirse en gente normal.

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