El dilema de Coalición

Una vez desalojados de casi toda la estructura de poder en el Archipiélago, en Coalición se preguntan por qué han sido desahuciados si la casa común canaria es de su exclusiva propiedad: creen haber pagado íntegramente la hipoteca y nadie más tiene copia de la llave. En realidad, yerran con la pregunta, porque eran unos meros okupas circunstanciales. Seguirán un tiempo con ese tipo de preguntas tratando de culpar  de sus males a los demás partidos políticos, alentados por las voces que llegan desde Madrid exigiendo al Partido Popular de las Islas recomponer los pactos con Coalición. Mientras eso sea así, los nacionalistas conservadores canarios no harán autocrítica, esperanzados con la posibilidad de recuperar el poder. Y ni falta que les importa, de momento.
 
El caso es que la teoría y la práctica de las negociaciones poselectorales han arrinconado a Coalición en Canarias y en Lanzarote, tras obtener curiosamente unos resultados bastante buenos. Si estos acuerdos duran, y parece que esa es la intención, los actuales dirigentes de Coalición serán deglutidos por sus bases y en un año no quedara ni rastro de ninguno de ellos. Porque tendrán que elegir entre el pasado y el futuro, entre los que han estado y han concitado un enorme rechazo y los que están por venir. Las filas sólo permanecen prietas cuando se está en el poder. Y poder, lo que se dice poder aunque a escala local, sólo lo tienen ahora mismo Oswaldo Betancort y Jesús Machín. Los demás, salvo Echedey Eugenio y, por razones obvias, Migdalia Machín, están amortizados.

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