Top Secret, 15 de noviembre de 2018

El filete

El filete
Una trabajadora de un hotel de Puerto del Carmen ha sido despedida por llevarse a casa, para cenar, un trozo de carne ya cocinado, que se supone que sobró de la cena. ¿Qué destino le hubiese esperado a ese filete? En la mayoría de los hogares, cuando sobra un bistec de la cena se obra de la misma manera: o se guarda en el microondas, o donde sea, para comerlo al día siguiente de desayuno, recalentado, en un bocadillo al que le añadimos queso, o se lo damos al perro o, tal vez, lo dejamos en la nevera hasta que se ponga malo (dos o tres días) y luego lo tiramos por eso mismo, porque se ha puesto malo. Esto último les sonará de algo. Casi nadie tira las sobras de la comida a la basura, al menos a la primera. Nos da pena. Preferimos guardarlas en la nevera y esperar a que pasen los días, se pongan malas y ya luego, sin pena ninguna y con mucho asco, procedemos a botarlas a la basura. Es decir, acaban en el mismo sitio y, mientras, han estado ocupando un espacio importante en el frigorífico y contribuyendo a un mayor gasto energético. Los humanos somos así. Personalmente prefiero la opción del trozo de carne recalentado al día siguiente, con queso por supuesto, en un bocadillo con el pan crujiente. Si me apuran con un poco de alioli.
 
El hotel
Puede que en algo de eso estuviera pensando el mando intermedio que se tomó la molestia de despedir a una trabajadora del hotel RIU Paraíso Lanzarote, de Puerto del Carmen (tomen nota del nombre de la cadena por si tienen que salir de vacaciones en breve), por llevarse a casa un trozo de carne, ya cocinada, que habría sobrado de la cena, suponemos. Así lo denuncian Las Kellys y la organización Sindicalistas de Canarias. El gerifalte especialista en dar patadas en el culo a trabajadoras, al modo imaginario, pudo perpetrar la acción después de una profunda investigación. La securita de guardia se puso a husmear taquillas, de modo ilegal, dicen las representantes de los trabajadores, y en una de estas halló el filete. El resto lo podemos escenificar: la securita portando el trofeo en la mano dirigiéndose, con aire marcial, hasta el despacho del meritorio mando intermedio, tras rellenar un expediente que, muy probablemente, iría manchado con algo de aceite del filete decomisado. El hombre del traje y la gomina (los medianeros hosteleros suelen estar todos cortados por el mismo patrón), agradeció los esfuerzos de la segurita, tomó el parte y elaboró un informe demoledor contra la trabajadora que, sin tiempo para cenar en el hotel, quiso llevarse el trozo de carne fastidiando de manera muy grave al Don Tancredo con mando en plaza.
 
Su perro
¿Qué destino le hubiese esperado en el Hotel al filete de la discordia? ¿Qué hacen los de la cadena RIU con los trozos de carne guisada que sobran? Lo poético sería que nos contestaran diciendo que mandan cada noche a la securita y al tipo que firmó el despido hasta Cáritas o Calor y Café a donar el excedente de comida o las sobras, sin masticar, de la cena. Si quieren seguimos teorizando por ahí o añadimos otra hipótesis. Ni lo digan, ya la añadimos nosotros. Puede que el hotel tenga perros, de cuatro patas, a los que dan las sobras. Pero eso no es excesivamente lógico. Gatos, a lo sumo. Y los gatos no comen filetes.  Así que habremos de concluir que el filete, o era para el jefecillo, o para el perro del jefecillo, o estaba destinado a ir a la basura. Visto lo visto, cualquiera de los tres sitios son bastante peores que la taquilla de la trabajadora a la que no dan mucho tiempo para cenar. Aunque, pensándolo bien, quizá lo mejor es que salgamos de dudas y les preguntemos a los de Asolan, la patronal hotelera, qué hacen sus queridos asociados, los hoteles, en casos como el que nos ocupa. ¿Qué destino le depara al filete sobrante de la cena?

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