Top Secret, 6 de mayo de 2019

El gran fracaso

Próximo a terminar la legislatura, que es como tendemos a llamar al periodo entre elecciones, se legisle o no, es tiempo de ver cómo nos ha ido en la isla. Y no podemos estar en absoluto satisfechos en un asunto nada menor. Siga leyendo...

 

El gran fracaso

Próximo a terminar la legislatura, que es como tendemos a llamar al periodo entre elecciones, se legisle o no, es tiempo de ver cómo nos ha ido en la isla. Y no podemos estar en absoluto satisfechos en un asunto nada menor. El territorio. Esa es la cuestión. Ese es el gran fracaso de la política insular. El talón de Aquiles del presidente del Cabildo, Pedro San Ginés. Incapaz de sacar adelante el Plan Insular de Ordenación de Lanzarote (PIOL). El plan de planes. Él lo suele achacar a la “poca altura de miras de la oposición”. Y ésta a la nula capacidad de diálogo y de negociación del presidente. La responsabilidad de gobernar la tiene quien gobierna. Parece de Perogrullo. Y al gobernante, en este caso al presidente, se la ha de exigir que lo haga. Cobra, y no poco, por hacerlo. Y no por llorar. A la política se viene llorado de casa. Cuando uno ocupa el máximo sillón de la isla las excusas no valen. Y si no se tiene mayoría absoluta (que con ella todo es más fácil) ha de sacar a relucir el líder que se supone que se es. Y a lo mejor ese es el verdadero problema: que no se es líder. Que no hay líder. Sólo presidente electo en las urnas.

El líder

Una de las características más importantes a la hora de ejercer el liderazgo es tener grandes habilidades sociales y, por supuesto, saber cómo manejarlas. Eso significa ser cooperativo en el trato personal, flexibles y, si nos apuran, simpáticos. Seguro que muchas nos suenan. En resumen, todas ellas hacen referencia a nuestra capacidad para ser asertivos, tener empatía, capacidad de escucha activa, actitud negociadora, credibilidad o respeto, entre muchas otras cualidades. La ausencia de ellas te inhabilita para la negociación. Sólo eres capaz de mandar. Y no siempre de modo amable y adecuado. En el día a día, nadie echará en falta el timón. Firmar un decreto para adjudicar una obra, dar viabilidad a un convenio, mandatar un pago… administrar la rutina, en definitiva. Pero cuando llega la hora de la verdad, cuando uno debe sacar las armas de las buenas prácticas políticas, empiezan los problemas.

El PIOL

Y Lanzarote está a punto de cerrar cuatro años más en el capítulo de su historia sin tener actualizado un Plan Insular de Ordenación (PIOL) que sustituya al que se aprobó en 1991, entonces sí, por unanimidad de todos los representantes de las fuerzas políticas presentes en el plenario del Cabildo. Otro tanto ocurre con el Plan Especial de La Geria. El próximo mes de octubre se cumplirán 10 años desde que Pedro San Ginés accediera a la Presidencia del Cabildo de Lanzarote. Una década en la que ha alternado mayorías suficientes con periodos de gobierno en minoría. Y ni en unos casos ni en los otros sus capacidades de liderazgo le han dado para entusiasmar al resto de consejeros y lograr que le siguieran en su objetivo de aprobar los documentos de planeamiento. Tampoco, claro está, ha dado ningún paso al lado en el supuesto de que alguien, alguna vez, le haya dicho que el obstáculo es él. Lanzarote debe estar por encima de los políticos que elegimos. De todos. La isla nos sobrevivirá. Y merece que la sepamos guiar bien. 

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