El previsible mamoneo de los Cuarteles

El previsible mamoneo de los Cuarteles

Lo cierto es que la parcela de los Ccuarteles me la refanfinfla bastante. Aquello de “culo veo, culo quiero”, sería el fundamento de la querencia cíclica de nuestros representantes públicos por esas instalaciones. Porque es suelo ajeno y la tendencia es rajar de los militares y poner en cuestión su utilidad, y, por tanto, los bienes de los que disfrutan.
Tenemos solar para un auditorio y plantamos una lona porque no hay manera
 
Si algo sobra en Arrecife son “llanos pelaos” y solares por doquier. De todas las hechuras hay suelo, y por todos sitios. Hay más Arrecife que los Cuarteles, vamos, y todo muy desatendido como para estar poniendo los ojos en trozo ajeno.
 
La baja calidad de la gestión pública de quienes rigen nuestros destinos es tan palmaria que les das los Cuarteles y se vienen abajo entre ocurrencia y ocurrencia y el inexorable paso del tiempo. Como el Islote de Fermina, monumento a los iluminados que ha puesto sus manos en él. Más bien en la pasta que han ido destinando para que siga siendo una ruina. Todo eso lo hacen los nuestros, no vayan a creer que vienen de fuera a medrar.
 
Tenemos solar para un auditorio y plantamos una lona porque no hay manera de que construyan nada, y en eso llevamos décadas, por detrás de todas las islas. Hasta Fuerteventura cuenta con casi media docena de auditorios —a algún sitio tendría que ir tanta carretera—.
Los viejos, nada, a Tahíche, a morirse en unas instalaciones en medio de un llano
 
Tenemos un islote para que los majaderos opinen qué es lo que tendría que ser, acomplejados porque son incapaces de gestionar la construcción de un centro con unos estándares de calidad como todos los que un presidente de Cabildo y un artista visionario pusieron a andar. Con ellos se rompió el molde, después —y mira que ha llovido— todo ha sido un quiero y no puedo. Ni un sólo proyecto brillante han sido capaces de acometer. Bueno sí, pasar la mano de pintura y pervertir lo que Ramírez y Manrique dejaron hecho.
 
Entre solar y solar, obra y obra, la canallería que pulula por lo público hace negocios y se pimpla las perras. Tuvimos un solar ganado al mar que fue parque. Hoy hay un nuevo parque arriba y un suelo debajo que gestionan unos particulares para su beneficio. El parque de arriba no llega ni a solar.
 
Tenemos parcelas para residencias de ancianos o para pequeños, medianos y grandes parques, pero siguen siendo solares varias décadas después o incluso han perdido la categoría de zonas verdes. Los viejos, nada, a Tahíche, a morirse en unas instalaciones en medio de un llano y lejos de las calles donde mucha ciudadanía ya no puede pasear por vieja y porque está encerrada en residencias rurales. 
Conociendo el percal en esta isla, en el mejor de los casos, multiplicarán por cinco el presupuesto inicial
 
Incapaces de gestionar el suelo que tenemos, hemos de sufrir la verborrea de todos los que quieren el suelo de los Cuarteles —con todo el que hay disponible y con tanta tarea pendiente para hacer en ellos— para hacer no sé bien qué. Estaríamos obligados a comprar un suelo para negociar con los militares. Suelo que a ver de dónde sale y a quién pone rico. De haber logrado dónde, tocaría construir unas instalaciones que acabará triplicando el presupuesto inicial.
 
Si llegamos a disponer de los Cuarteles, siempre que los propietarios que legaron la parcela no se enreden, y haya finalizado el periodo de ocurrencias de qué hacer, será el momento de las obras en los viejos Cuarteles. Conociendo el percal en esta isla, en el mejor de los casos, multiplicarán por cinco el presupuesto inicial. Habremos perdido un dineral, tendremos una parcela amueblada o no y la ciudad seguirá siendo este espanto en que cada alcalde pone su granito de arena para abochornarla aún más si cabe. 
 
Ignoro cuántos años habrán pasado, y Arrecife seguirá fea a rabiar, cada vez más bruta. Los cargos públicos serán otros pero diciendo lo mismo que sus predecesores, hablando de las potencialidades de la Marina y del litoral y lo que Arrecife puede llegar a convertirse. ¡Pero vaya un aburrimiento de gente! A eso estamos condenados, a tener gobernantes torpes, poco cualificados, sordos, soberbios, listillos o todo junto. Pena de vida esta, en esta ciudad a la que entre todos esos hacen tan vulgar. Es que no tenemos remedio.

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