Hong Sang Soo

Apunten este nombre y escríbanlo en sus corazones: Hong Sang Soo, el mejor director de cine del mundo hoy por hoy. Aunque él se considere simplemente un borracho, bebedor insaciable de soju, refrescante mejunje coreando de alta graduación al que nos hemos aficionado en su honor.

El caso es que Hong ha llegado para iluminarnos con su cine por partida doble, con dos películas, y a salvarnos del tedio y el aburrimiento ante tanta mediocridad este año. La primera se titula “Claire’s Camera” y es, efectivamente, una pieza de cámara, rodada aquí en Cannes el año pasado (fuimos testigos de algunos planos en los kiosquitos de la playa), ligera y grácil como un ave marina, autobiográfica como todas la películas de Hong. En ella aparecen un director de cine (trasunto del propio Hong), quien confiesa que el 95% de los errores cometidos en su vida se deben al alcohol, su mujer y una amante, a los que se suma una turista francesa interpretada por la deslumbrante Isabelle Huppert.
 
En la vida real, Hong ha sido protagonista de la prensa rosa coreana por su relación con la actriz de sus últimas películas, Kin Min Hee, lo cual le costó el divorcio, suceso que ha sido traspasado de forma natural a la pantalla de sus ficciones.
 
“Cualquier día nos traemos a Hong a Lanzarote y nos inventamos unas fiestas patronales en su honor en el teleclub de Sóo: Sang Soo”
 
Hong trata de las relaciones entre hombres y mujeres en tono de comedia agridulce, con sus desajustes cronológicos que nos impiden determinar del todo en que momento del relato nos encontramos. En muchas de sus películas, las situaciones se repiten una, dos y hasta tres veces, como si el cineasta-demiurgo concediera a sus desvalidos personajes nuevas oportunidades para mejorar la vida, aunque en algunos casos solo logren empeorarlas. Los actores de Hong se replican, ríen y lloran, a base de litros de soju que toman de verdad a juzgar por sus caras progresivamente enrojecidas.
 
La segunda película se titula “The Day After” y es mucho más desgarradora y amarga. Filmada en un primoroso blanco y negro, se plantea también como un cuarteto en constante lucha de contrarios, conflictos amorosos en los que cualquier ser humano puede sentirse reconocido. Contiene además una de las escenas más bellas de toda su filmografía, cuando una de las protagonistas abre la ventana de un taxi bajo la nieve y siente el deseo irrefrenable de rezar, de encomendarse a un ente superior para seguir sobreviviendo.
 
Hong Sang Soo. A fuerza de escribirlo y reescribirlo nos sale de memoria sin tener que consultar en Google. Para un conejero además tampoco presenta mayor dificultad. Recuerda a nuestro entrañable y querido pueblo de ese norte de la isla. Cualquier día nos traemos a Hong a Lanzarote y nos inventamos unas fiestas patronales en su honor en el teleclub de Sóo: Sang Soo.
 
Marco Arrocha

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