Top Secret, 16 de noviembre de 2018

La educación

La educación
“Todo empieza en la educación”. Esta frase fue pronunciada ayer por el profesor César Bona, quien saltó a la fama por su libro “La nueva educación” y su nominación a los Global Teacher Prize, el premio Nobel de los profesores. Y, efectivamente, todo empieza en la educación. César Bona, (Ainzón, Zaragoza, 1972), fue considerado en su día el mejor profesor de España. Se dijo de él que su punto fuerte en la empatía, su capacidad para conectar con los alumnos y detectar lo que les falta y lo que les puede motivar. Y lo ilustran con dos ejemplos extraídos de su experiencia en otros tantos colegios en los que ha impartido clases. Una con niños de diez años que no sabían leer -la mayoría de etnia gitana-, otra  en un colegio rural de seis alumnos donde la mitad de ellos no se hablan por rencillas familiares. Pues bien, en el primer caso combatió el absentismo escolar recibiendo clases de cajón flamenco (impartidas por sus alumnos), y el analfabetismo con una obra de teatro. En el segundo, rodó un corto de cine mudo con los niños, poniendo como protagonistas a los que no se dirigían la palabra. Esa capacidad de dar a cada cual lo que necesita, de no limitarse a llegar a clase, abrir un libro y dictar la lección, es lo que a él le ha valido para ser reconocido y probablemente a sus alumnos a tirar para adelante cuando ya se daban por encallados en el barro. Esto último es, naturalmente, más importante que lo primero. 
 
La motivación
Para que un docente tenga la motivación suficiente como para impartir clases a la carta han de darse varias circunstancias. No necesariamente en el orden que sigue, pero entre ellas está la vocación del maestro o maestra. Mucha polémica ha habido esos días cuando se ha recordado que, en ocasiones, sucede que hubo quien eligió Magisterio porque no pudo encaminarse a lo que quería verdaderamente. Injusta expresión, como todo sentencia que generaliza. Habrá docentes de vocación excepcionales y otros mediocres, como los encontraremos maravillosos si buscamos entre los del “Plan B”. A la vocación citada cabe añadir la motivación. Y ahí entran ya muchos factores: desde un puesto de trabajo digno hasta una ratio razonable pasando por un claustro que sintonice la misma onda y un equipo directivo que dé juego. Y luego está la complicidad de las familias. Porque todo empieza en la educación, sí, pero recordemos una vez más que los responsables de la educación están en el núcleo familiar: padres, madres, tutores...
 
Lanzarote
Entre el cuerpo docente de Lanzarote seguro que hay algún “césarbona”. Y muchos otros se habrán quedado en el camino. Lo más fácil en estos casos es arrimar la culpa al maestro o la maestra acusándoles de no estar motivados, de no importarles los alumnos y de muchas otras cosas que no dejan ver cual es el verdadero problema. Y es que resulta demasiado complicado mantener la motivación al cien por cien cuando te enfrentas a clases de veinticinco o treinta alumnos, con familias que sólo acuden a ti para reprocharte algo que les has hecho a sus angelitos, o dando clases en barracones provisionales no durante un mes, o un trimestre... sino cuatro o cinco largos años.  Años. Hay niños, y niñas, que han pasado al instituto sin haber pisado un colegio “de verdad”. Muy triste. Frente a todas estas cosas no valen las excusas. Treinta años de un gobierno de mismo color invalidad todos los “es que...”. La educación en Canarias es una asignatura pendiente. Aquí la máxima seguida no es la de “Todo empieza en la educación”, sino más bien “Todo empieza en los bloques, el cemento y las rotondas”.

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