La España sin panderetas

La España sin panderetas

¿Cómo se nos ocurrió dar por hecho las distancias cortas, la libertad de un paseo y los abrazos largos? ¿Cómo pensamos que la tierra era leve? Si estamos a dieta de ver atardeceres.
 
Nunca había entendido con claridad el significado de la patria, del ‘Viva España’, del himno o de una bandera nacional en la que la mitad siente que no encaja... Posiblemente porque, viéndolo ahora, con claridad (entre paredes sin poder salir a pasear, soñando con un baño en la marea, y dibujando a mis amig@s riendo entre vinos y  otras tantas cosas buenas...), me doy cuenta de lo ilusos que hemos sido, dando tan por hecho lo vivido.
Coronavirus, calima, incendios... son los síntomas que sintonizan el grito del planeta
 
Posiblemente nada es casualidad... Coronavirus, calima, incendios... son los síntomas que sintonizan el grito del planeta diciendo qué ya no puede más. Todo ha cambiado. Me he topado con la patria de una semana para otra. Y por fin he entendido lo que es. Quienes hacen que España VIVA son la sanidad y los balcones.
 
La patria es este confinamiento colectivo, no algo tan sencillo como ondear una bandera el Día de la Hispanidad. Nosotros, que somos de cañas y tapeo hasta la eternidad. La patria es mi prima Catalina, salvando vidas en Cuenca el día que cumplió años. Y todos los sanitarios que son quienes se la juegan a diario. No sólo doctores. Auxiliares, celadores, administrativ@s... TODOS.
 
La patria son los cajeros y las reponedoras. La patria son quienes conducen, y todo aquel que no ha parado. Son los trabajadores y las emprendedoras que levantan la economía.  Y sí, en este país nos encanta una fiesta. Pues somos de sangre caliente. Pero cuando nos toca ponernos serios, hasta los alemanes nos tienen en mente.
Qué frágil la estabilidad de esta vida de ocio y del todo incluido...
 
Pienso en Ana Frank. ¡Ese virus sí era letal! En todo el que huye y se topa con un muro de insolidaridad. En un mundo que no para de gritar qué cuando le dé la gana será el final. El amor ha dejado de brotar, ya ni Mercadona es lugar seguro para ligar. Y eso que es casi primavera y no habrá besos que la alteran. 
 
Sí. Hemos visto carros de supermercados llenos de egoísmo. Pero también hemos visto balcones cargados de solidaridad, aplausos y mucho civismo. Qué frágil la estabilidad de esta vida de ocio y del todo incluido... que en nada se pierde lo que se daba por sabido.
 
Hemos aprendido que los recortes en sanidad nos matan. Y que la gestión de una crisis con Draghi deja muy en evidencia a la Europa actual, a quien le falta mucha unidad, pero más aún solidaridad. Pero, por encima de todo, lo que sí  hemos aprendido, es que el mayor virus que nos lleva años contagiando es el individualismo... Y que su único antídoto es la consciencia de practicar la solidaridad y la urgencia del ecologismo. 
 
Y que cuando vamos todos a una, siempre ganamos. Aunque nos lo han cancelado todo, jamás podrán cancelarnos las ganas de volver a abrazarnos.

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