Opinión

La movilización de los desmovilizados

La movilización de los desmovilizados

En un párrafo del artículo titulado ‘Las fortalezas y debilidades electorales de Sánchez’ -publicado el pasado 5 de octubre- comenté algunas de las variables del escenario político que, a mi juicio, marcarán las próximas semanas y, en última instancia, la jornada electoral. Entre otros aspectos, me detuve en lo siguiente:
 
“Estamos en el escenario soñado la noche del 28 de abril por Pedro Sánchez y su equipo. Sin embargo, en estos cinco meses nuevos factores están teniendo presencia en la vida política, social y económica que añaden una cierta incertidumbre a las elecciones del próximo día 10 de noviembre. La falta de diálogo y el agotamiento producido por las repetidas convocatorias electorales refleja, en todos los trabajos sociológicos, un hastío en los ciudadanos que, a día de hoy, se puede materializar en una alta abstención. Es este el principal adversario electoral de Pedro Sánchez el próximo 10 de noviembre. Otro factor, no previsto, que puede influir en el electorado, es la creciente preocupación por la parálisis de la economía. Se dibujan nubarrones en el horizonte y está por ver si descargan antes del 10 de noviembre o se dilatan en el tiempo. Y, por último, aunque previsto en el calendario, está el imprevisible impacto que puede tener en la ciudadanía la sentencia del “procés” y la reacciones políticas y sociales que se produzcan como consecuencia de la misma; un escenario, este último, difícilmente medible electoralmente a día de hoy. Estamos ante una carrera electoral en la que Sánchez parte con toda la ventaja, pero en la que la abstención, la economía y Cataluña pueden quitarle el sueño que no le quitó Unidas Podemos.”
 
La tensión en Cataluña puede condicionar de una forma decisiva el resultado electoral del 10 de noviembre
Como era de esperar, con la sentencia del “procés” -dada a conocer el pasado lunes- el capítulo que ha protagonizado la política española en los últimos seis años (el problema catalán) sigue siendo un factor determinante en el devenir de la política en nuestro país. Ha sido ha sido durante años y, a la vista está, así continúa ocurriendo. Como señalé días atrás, las reacciones políticas y sociales que tendrían cuando se conociera la sentencia del Tribunal Supremo estaban y están llamadas a influir de manera enormemente significativa en las elecciones convocadas para el próximo 10 de noviembre. De hecho, la tensión en Cataluña puede condicionar de una forma decisiva el resultado electoral del 10 de noviembre, moviendo en una dirección u otra a una parte importante del electorado, en especial a los hastiados por la política de los últimos años.
 
Y como era de esperar, la sentencia condenatoria del Tribunal Supremo no ha dejado contento a nadie. A unos, por ser demasiado blanda; a otros, porque creen que no hay razones para tal condena. Las duras y violentas reacciones que se vienen produciendo en las calles de Cataluña colocan al Gobierno de Sánchez en la difícil tesitura de tomar decisiones ponderadas, que ayuden a no seguir echando más gasolina al incendio independentista, o en otro caso hacer lo que necesita para que el resto de España no cuestione su compromiso con la defensa de la Constitución y el Estado de Derecho.
 
Sánchez tendrá que hacer valer todas sus ya probadas habilidades para salir de la ratonera en la que ha metido a su partido
Oculta pero no tanto como se cree bajo el estruendo de la gravísima situación que está viviéndose en Cataluña, no parece -al menos no en principio- que la economía pueda afectar de forma determinante al resultado electoral del próximo 10 de noviembre. Sin embargo, la abstención, sí. Si hace apenas unas semanas el hartazgo de todo lo que rodea el monotema catalán invitaba a muchos ciudadanos a no acudir a votar, la gestión que el Gobierno de España lleve a cabo de esta complicada situación puede movilizar a los desmovilizados.
 
Desde luego, Sánchez tendrá que hacer valer todas sus ya probadas habilidades para salir de la ratonera en la que ha metido a su partido convocando elecciones coincidentes con el fallo del Tribunal Supremo. El presidente en funciones del Gobierno de España tiene poco que ganar de cara a las próximas elecciones en la gestión de los graves problemas que se viven en las calles e instituciones de Cataluña, pero sí tiene mucho que perder. Con la campaña electoral lanzada, todo se complica. Puede que Sánchez esté arrepintiéndose de no haberle ahorrado al PSOE volver a las urnas en un momento que no se deja gestionar electoralmente con facilidad.

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