La orfandad (política) de Fuerteventura

La orfandad (política) de Fuerteventura

Está muy bien que las opiniones y manifestaciones de nuestros representantes públicos den para alguna reflexión por parte de la ciudadanía, que, en ocasiones, asiste perpleja como espectadora muda de los acontecimientos que, con demasiada frecuencia, lastran su vida, en tanto degradan el territorio. Días atrás, el gerente del Patronato de Turismo de Fuerteventura declaraba que “un destino sin identidad está muerto”, afirmación con la que no podemos estar más de acuerdo. Hace mucho tiempo que Canarias optó por un modelo turístico de sol y playa, sin olvidar las toneladas de hormigón que se necesitan para el sostenimiento de ese modelo, el mismo que existe en otras partes del mundo.
 
Nada nos distingue de otros muchos destinos, y los que lo hacen lo basan en la apuesta por la calidad. Quizás, de todas las islas del archipiélago, es Fuerteventura la que más incurre en el tópico de sol y playa, sin que se brinde al turista alguna otra posibilidad de disfrute durante su estancia. Y no es por que carezca o no lo tuviera con anterioridad. Lo que parece es que los responsables políticos padecen una miopía que les impide ver allá de los intereses del inversor-especulador, más preocupado en la obtención de suelo turístico con el que incrementar sus rentas, que en promover un destino con valores sostenibles. Para ello, ha sido de indudable ayuda la política que CC ha aplicado en forma de leyes desde el gobierno de la comunidad.
 
Especialmente triste es el abandono de la rica y muy singular arquitectura popular majorera
Es cierto que los errores cometidos son difíciles de enmendar. Pero más difícil es que quien los ha cometido pueda corregirlos. Huelga la sentencia de que quien es parte del problema no puede ser parte de la solución, o la más rotunda, “por sus obras, los conoceréis”. Por eso no deja de sorprender el criterio que siguen algunos partidos políticos para elegir a sus candidatos.
 
La gestión cultural y la turística, en Fuerteventura lleva en manos del PSOE desde hace dos legislaturas, y la ordenación del territorio, cuatro años. El balance no puede ser más desolador. Sin embargo, el PSOE ha elegido a los dos responsables de esa gestión como candidatos a dos de los cargos más relevantes de la Isla: Blas Acosta a la presidencia del Cabildo, y Juan Jiménez a la alcaldía de Puerto del Rosario. No pueden alegar que no disponen de personas más cualificadas. Dicho lo cual, habríamos apostado que tanto la personalidad de Ornella Chacón como la de Manuel Hernández Cerezo habrían supuesto, además de una deseable renovación, un revulsivo electoral en el deprimente ambiente político Insular. Desaprovechada esa oportunidad, han dejado la bandera de la  renovación  en manos de CC.
 
Los dos candidatos del PSOE, en clave de balance, no destacan  por su brillantez. La cultura es para Juan Jiménez la promoción de un par de festivales al año que le sirven para la foto de rigor y poco más.
 
La conservación del patrimonio histórico lleva años en precario y empeorando. Especialmente triste es el abandono de la rica y muy singular arquitectura popular majorera, acosada desde hace años por un Plan Insular de Ordenación de Fuerteventura, PIOF (dirigido por Blas Acosta), más interesado en dar viabilidad a los intereses de cualquier inversor con dinero que en la apuesta por dotar de identidad a una isla sin identidad.
 
El PIOF debe servir para algo más que para elevar la rentabilidad de los fabricantes de colchones
La cultura del paisaje, la de las tradiciones arquitectónicas, no tiene cabida en el PIOF de Blas Acosta. Es cierto que no se les puede atribuir que una ciudad como Puerto del Rosario apenas conserve nada de su pasado, pero no es menos cierto que fue precisamente en tiempos del gobierno municipal del PSOE dirigido por Eustaquio Santana cuando se sentaron las bases para liquidar lo poco que recordaba al antiguo Puerto Cabras. Hoy, ese pasado hubiese servido para que los cruceristas no se sorprendan cuando al preguntar a cualquier ciudadano de Puerto por el casco histórico nadie sepa o quiera responderles. Y sí, Puerto del Rosario debe ser de las pocas capitales de este planeta —algunas más hay por esta comunidad— que no tiene casco histórico y eso se lo debemos al PSOE de Eustaquio Santana.
 
El PIOF debe servir para algo más que para elevar la rentabilidad de los fabricantes de colchones, por lo que pedirle a Blas Acosta que renuncie a esa idea y convierta el PIOF en un instrumento para promover, aunque sea a largo plazo, un modelo turístico con otras alternativas es imposible. Ni quiere ni sabe.
 
Si la propuesta electoral del PSOE a la presidencia de Cabildo y al Ayuntamiento de Puerto, son Blas  Acosta, y Juan Jiménez, entonces sólo nos queda CC, o sea, la candidata Lola García, de la cual no sabemos si será capaz de regenerar la vida pública. Al menos con ella nos queda el beneficio de la duda.

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