La que fue hermosa y universal…

La que fue hermosa y universal…

...capital de Cataluña, es hoy como un sueño roto.
 
La primera vez que viajé a Barcelona pensé que llegaba tarde, que habría merecido la pena haberla conocido años antes, y creí los tópicos referidos a su primacía en el diseño, en el arte y hasta en el pensamiento. Europa empezaba ahí. Reconozco que me enamoró la ciudad y hasta los catalanoparlantes, y me conmovía que pidieran disculpas por hablar catalán delante de personas que no hablaban su lengua. "Me gustan", dije alguna vez. "Con lo adustos y secos que somos…", me espetó una educadísima mujer al poco de conocerla, agradecida por la muestra de afecto. Regentaba una antigua joyería familiar que en un viaje posterior había sido engullida por una multinacional.
 
A Barcelona fui dejando de quererla y de visitarla, no sé si en ese orden. En mi última visita la ciudad era la misma, pero sus habitantes parecían otros
Luego, me enamoré de San Sebastián, de Londres, de Copenhague... tanto como para sentirme parte de la vecindad en cada una de ellas. Así son mis pasiones: múltiples y duraderas. He sido fiel a esos amores. A Madrid la quise después de no soportarla durante años, hasta que se me descubrió. A Barcelona fui dejando de quererla y de visitarla, no sé si en ese orden. En mi última visita, tres o cuatro años atrás, la ciudad era la misma, pero sus habitantes parecían otros. Estoy tardando en encontrar el por qué de esa percepción, pero me parecieron uniformes, sin matices y sin  interés. Dejaron de ser pueblo para convertirse en tribu.
 
Me está costando dejar de respetarlos por lo que eran para mí, pero también pienso que si viviera allí —con mi facilidad para las pasiones— también me habría abducido la masa y el odio que parecen haberles inoculado. Habría amado el independentismo, me habría transmutado en catalándetodalavida —como los indepes catalanes nacidos en Jerez o en Zamora—, habría hecho la vista gorda a la panda de ladrones que encontraron en la batalla de la exclusión, la lengua y la imbecilidad del pueblo, la herramienta para seguir robando y su acomodo para perpertuarse.
 
Hitler ya lo hizo antes con más que notable éxito. No es banal la comparación. No hay mayor éxito para cualquier empresa que buscar y sostener un enemigo común.

Comentarios