Top Secret, 26 de julio de 2019

Lanzarote desde fuera

Todos los que, de un modo otro, contribuimos a generar opinión pública, deberíamos salir de la isla con frecuencia y hablar de Lanzarote con desconocidos. Probablemente descubriríamos mil islas distintas, pero muchos aspectos comunes. Siga leyendo...

Lanzarote desde fuera

Todos los que, de un modo otro, contribuimos a generar opinión pública, deberíamos salir de la isla con frecuencia y hablar de Lanzarote con desconocidos. Probablemente descubriríamos mil islas distintas, pero muchos aspectos comunes. Estos días pasados me ha tocado ir a la Península y hoy me toca rellenar este espacio de opinión, subrayo, opinión –que no pocos, escandalizados por lo que aquí se dice, andan preguntando que qué noticias son las que damos–. Así que uniremos las dos cuestiones y aprovecharemos para contar cómo ha sido esa experiencia de explicarles a una veintena de personas que uno llegaba desde Lanzarote, en ‘las Canarias’. Como es lógico, el 100% de los que visitaron mi lugar de procedencia conocían perfectamente Lanzarote, o dónde se encuentra, tras haberla visitado. El porcentaje de estos últimos podría estar situado en torno al 40-50%. Y de los que manifestaron haber estado en Lanzarote, sin excepción, lo primero que les salió es decir “¡Qué bonito!”. Tienen toda la razón, como es lógico.

Los matices

Pero eso es lo primero que les salió. Luego ya fuimos profundizando. Lo peor, el viento. Imaginamos que en las estadísticas ‘oficiales’ que manejarán en Promoción Turística, también debe aparecer ese factor incontrolable como uno de los más negativos. Salvo que te dediques a hacer vela, kite surf o alguna cosa de estas en las que los alisios son fundamentales. No fue el caso de ninguno. Todos vinieron a la isla en viaje de pareja o familia. Y casi todos se quedaron en Playa Blanca. La mayoría llegaron a la isla con muchísima información previa. Qué visitar y dónde comer, denominadores comunes. Y “los foros” su canal de información más creíble. Es claro que estamos hablando de gente que en ningún caso llega al medio siglo. Entre treinta y cuarenta años, pongamos. Y con la formación suficiente como para consultar otras fuentes de información más oficiales. Pero eso de los foros parece ser lo que les inspira mayor confianza. A fin de cuentas las opiniones están escritas por gente corriente que opina conforme les ha ido en su propia experiencia.

Curiosidades

Por ejemplo, en dos de los casos, los foros los mandaron a comer a 'El Amanecer', a Arrieta, un lugar de sobra conocido pero lejos de esas guías que, a todo lujo, recomiendan los mejores restaurantes de la isla. Si la mayoría dice que 'El Amanecer' en sus tiempos, se encontraba como el favorito, ya pueden venir mil guías que la cosa iba a cambiar poco. Lo del viento acaba entendiéndose cuando uno les comenta que frente a los 34 grados del verano peninsular, Eolo nos lo deja en unos más llevables 25 o 26. Y por la noche, mantita. Ahí suena la frase de “pues visto así, tienes razón”. Y esas estábamos cuando una de las del grupo dijo que había estado practicando submarinismo. Y, en seguida, saltaron un par más que también se habían sumergido en aguas de la isla. Como es natural salió a colación el ¿famoso? Museo hundido. En los tres casos la agencia o club de buceo con el que contrataron sus servicios les comentó su existencia. Uno de ellos, sin embargo, lo hizo para no recomendárselo. “Una cosa artificial sin demasiada gracia”, les dijeron. Tampoco había falta que les quitaran las ganar de bajar ahí: ninguna de las tres parejas submarinistas tenía el más mínimo interés. Pecios, cuevas, profundidades… todo lo que aprecia un amante de los fondos marinos. En fin, que la experiencia –lo de decir de dónde vienes en un grupo amplio– vale la pena porque te das cuenta de que el sitio de donde procedes es amado y valorado por una inmensa mayoría. Y eso agrada sobremanera.

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