Top Secret, 29 de noviembre de 2019

Navidad de 2017

Navidad de 2017

¿Seguro que Coalición Canaria nunca compró cestas de Navidad desde que se suprimieron “hace casi una década” como ellos mismos han dicho? ¿Qué pasó en las navidades de 2017? Dijo Pedro San Ginés, el ex presidente del Cabildo, que la institución que presidió en su día dejó de comprar cestas de Navidad “hace casi una década” y como ejercicio de solidaridad “conscientes de la situación económica de muchas familias y la precariedad laboral que hay en la isla”. Y no tenemos por qué dudar de su palabra. Pero no todos en Coalición Canaria son tan conscientes ni tan solidarios. Los Centros Turísticos, por ejemplo. Gestionados políticamente por un hombre de su máxima confianza, Echedey Eugenio y con otro fiel en la gerencia, José Juan Lorenzo. ¿Pueden decir lo mismo? Según las informaciones que manejamos, mucho nos tememos que no. En las navidades de 2017 se les olvidó por un momento la situación económica de muchas familias y la precariedad laboral que hay en la isla. Tiraron de chequera y, nos aseguran, aflojaron 14.700 euros en 320 cestas de Navidad

Una pasta

Echando cuentas si en lugar de 320 hubiesen comprado 750, las mismas que el actual Cabildo, la cuenta hubiese ascendido más o menos lo que se van a gastar este año. Pero: ¿repartieron estas cestas entre los trabajadores o entre compromisos comerciales? Pues la respuesta es: no. Según parece fue el propio San Ginés quien ordenó que no se repartieran por no ser “estético”, lo cual tendría su lógica e iría en consonancia con lo que, en efecto, él instauró o, mejor, desmontó al llegar a la presidencia. Entonces, ¿qué ocurrió con las 320 cestas? ¿Se donaron a los pobres, como han prometido hacer este año? La respuesta es, de nuevo, no. Según nos soplan se valoró hacerlo, pero se desestimó por cuanto la compra de las cestas no había trascendido a la opinión pública, porque trataron de hacerlo a escondidas -recordemos que el Cabildo de Lanzarote fue el más opaco de Canarias bajo la presidencia de San Ginés- y un reparto a Cáritas, Calor y Café o similar iba a descubrir el pastel.

El queso

Así que lo que hicieron fue otra cosa distinta. El contenido de esas 320 cestas, compradas a un cash and carry de una conocida empresa lanzaroteña, fue distinto. Se ordenó abrirlas y repartir el contenido entre los bares y restaurantes de los Centros de Arte, Cultura y Turismo. El almacén del Monumento al Campesino se llenó de botes de mojos, almogrotes, botellas de vino y de ron -Arehucas-, turrones, peladillas y queso semi tierno, entre otras cosas. Cuentan que todavía hoy, dos años después, queda algo de almogrote por ahí. El destino de turrones y peladillas fue el de incluirlo en los snacks que se repartían tras los eventos organizados o servidos por los Centros o el Cabildo. El vino y el ron fue saliendo -igual queda alguna botella todavía por ahí- y lo que no se pudo salvar fue el queso semi tierno que hubo que tirar grandes cantidades al echarse a perder. Una pena porque parece que era un buen queso y porque, seguramente, a muchos hogares les hubiese venido bien. Demagogia aparte.

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