Top Secret, 2 de septiembre de 2019

Sin toros

Las fiestas de Famara, con inocentes verbenas, se saldan con unos cuantos heridos por cuestiones varias. Y eso que no sueltan ningún toro. No queremos ni imaginar qué sucedería con astados embistiendo por ahí.

Sin toros

Las fiestas de Famara, con inocentes verbenas, se saldan con unos cuantos heridos por cuestiones varias. Y eso que no sueltan ningún toro. No queremos ni imaginar qué sucedería con astados embistiendo por ahí. Intoxicaciones etílicas con traslados al hospital y decenas de atendidos por heridas varias. El parte es dantesco. El panorama se torna más oscuro, si cabe, cuando caemos en la cuenta de que mucho de estos episodios están protagonizados por menores. A cualquiera con dos dedos de frente se le rompe el alma el sábado y el domingo por la mañana, sobre todo el domingo, al ver cómo por solares y calles de la bella Caleta deambulan como zombis, todavía vaso en mano, multitud de menores -y no tan menores- en un estado que no aguanta el más mínimo análisis de drogas o control de alcoholemia. La responsabilidad primera es de los padres. De eso no hay ninguna duda. Pero igual el ayuntamiento ha de “darle una vuelta” (a las fiestas), como reconocía este domingo en la explanada del muelle un concejal del grupo de Gobierno de Teguise.

El éxito

Lo de este concejal debemos tomarlo como una excepción. No es opinión ni mucho menos unánime que, desde hace años, las fiestas de Famara son tomadas como un auténtico desfase que, mínimo, dura un par o tres de días camuflados de inocentes acampadas. Ilegales, por supuesto. Las gentes de La Caleta, que antaño disfrutaban de unos festejos al hilo de la tranquilidad que se respira en el pueblo las otras cincuenta semanas del año, sufren una auténtica invasión de un descontrolado piberío y de otros más talluditos que no encuentran mayor placer que abrir el portabultos del coche que se convierte en bar de copas de noche y asador, con barbacoa incluida, de día. Ilegal, por supuesto. Todo esto junto, lejos de merecer análisis detallado, desde el ayuntamiento de Teguise lo ven como un éxito. Porque compran a peso. No les interesa la calidad del género, sólo la cantidad. Y sí, en efecto, en Famara, el último fin de semana de agosto, es sinónimo de cantidad. Mucha gente. Muchísima. ¿Éxito? Pregunten a Oswaldo, verán qué euforia les transmite.

Volvemos

Por cierto, que somos unos desconsiderados. Que ya estamos de vuelta. Después de un verano en el que, con el ojo medio abierto y en medio del sopor de las larguísimas siestas, íbamos prestando atención a cómo el actual grupo de gobierno desmontaba lo del anterior y cómo los ex dirigentes, ahora en la oposición, montaban en cólera por cada cosa. Y pongan ustedes todo lo anterior en el municipio que quieran y en la fecha que elijan. El argumento es igualmente válido. Por aquí nos encontrarán todos los días para ir sacando punta a esto de la información. Contando cosas que igual ustedes no sabían o buscándole la vuelta a temas que consideramos se salen un tanto del sentido común. Como lo de los dos primeros párrafos. Nos chirría la permisividad institucional ante los desfases en los que se han convertido las inocentes fiestas patronales. Así que aquí estamos ya, con un poco de menos suerte que nuestros compañeros de la TV, que volverán este martes con la tertulia y sus polémicas.

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