Sombra en la ciudad

En los principales núcleos turísticos de Lanzarote y en Arrecife se producen más de 4.500 horas de luz al año. Es un reclamo turístico estupendo que las Islas Canarias sea la región con más de luz de Europa, entre otras razones porque la luz solar disminuye el número de depresiones. Pero hasta en las playas colocamos sombrillas para que bañistas y turistas puedan guarecerse de los rayos solares. Dicho de otro modo, donde el sol raja hasta las piedras, disponer de zonas de sombra es absolutamente crucial, cosa que en Arrecife se entendió históricamente a la perfección hasta que los frikis indocumentados se adueñaron de la toma de decisiones en el espacio urbano, como fue el disparate de eliminar las buganvillas de la pérgolas del parque viejo que Manrique instaló en 1959: ¡hace 60 años!
 
El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria ha comenzado a instalar dos grandes pérgolas que generarán más de 460 metros cuadrados de sombra en la zona de la Base Naval y el muelle de Santa Catalina. Esta es la puerta de entrada y salida de los turistas de cruceros que llegan a la capital grancanaria, por lo que está dentro de lo probable que la municipalidad haya decidido evitar en lo posible que estos visitantes se cuezan al sol mientras, a la ida, piensan hacia dónde se encaminan y, a la vuelta, apuran el rato antes de subir a bordo. No es mala idea dotar de zonas de sombra las ciudades, en especial las grandes zonas despejadas a las que nadie acude a ciertas horas ni loco de remate. Ni la del país ni los visitantes ni los perros... ¡Nadie! Salvo para darse un baño en la marina para refrescarse.

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