CENTENARIO CÉSAR MANRIQUE

Taro de Tahíche se convierte en una fiesta para inaugurar el centenario de Manrique

Fotos: JL Carrasco.

“Su arte y su naturaleza son un regalo colectivo regulado mediante un contrato público implícito entre el artista y sus beneficiarios, un contrato que incluye dos cláusulas obligadas: la cláusula del disfrute y la cláusula de la protección”.

Taro de Tahíche se convierte en una fiesta para inaugurar el centenario de Manrique

Taro de Tahíche vivió un ambiente de fiesta para celebrar el cumpleaños de César Manrique, que vio la luz el 24 de abril de 1919 en Arrecife, junto al Charco de San Ginés. Ayer, miércoles, se cumplió el centenario de su nacimiento y su fundación lo festejó como a él le hubiera gustado, con alegría. 
 
“César Manrique estaría hoy liderando esta fiesta, invitándoles a disfrutar de cada momento, elevando la alegría a argumento imperativo, para convertir esta tarde-noche en un recuerdo inalterable”, dijo el director de la Fundación César Manrique (FCM), Fernando Gómez Aguilera en su intervención.
 
Los asistentes se tomaron la bienvenida al pie de la letra festejando la vida, “sus propias vidas”
La institución cultural se disculpó por no haber podido acoger a más personas que manifestaron su deseo de acudir a la cita, pero se tropezó con el obstáculo insalvable del  aforo de la sede de la FCM, limitado a 900 personas. Todas fueron recibidas por el presidente y el director de la FCM. Dio comienzo así el centenario, con una fiesta en recuerdo y gratitud “de quien tanto nos ha dado”, una fiesta que “su familia, sus amigos, sus admiradores” hicieron posible con su presencia. 
 
En efecto, los asistentes se tomaron la bienvenida al pie de la letra festejando la vida, “sus propias vidas, con placer, con el júbilo de las ocasiones encomiables”. Disfrutaron de los rincones de su casa, “que él ha abierto para ustedes”; se sentaron en sus burbujas mágicas; llenaron los pasillos de alegría respetuosa y sensible con el patrimonio que alberga; tomaron una copa en su piscina, que tanto entusiasmo acogió; compartieron sus jardines; conversaron efusivamente “sobre la belleza, sobre la fuerza arrolladora del amor y la amistad”. Le devolvieron a César Manrique, “la alegría, el esplendor tumultuoso y el derroche de vida que él desbordó entre estas paredes”, señaló a continuación Gómez Aguilera.
 
César Manrique “se vio obligado a levantar su voz para proteger su proyecto utópico para Lanzarote”
El presidente de la FCM, José Juan Ramírez, dijo del fundador que “además de fiel a sus orígenes, César también lo fue al estudio, a la modernidad, a enriquecerse con la experiencia de otros lugares y, sobre todo, con el cultivo del arte y la cultura, un lanzaroteño cosmopolita que se hizo universal y a la vez universalizó su isla”. Su obra en Lanzarote, añadió, “es el resultado de un diálogo nuevo y continuado entre la naturaleza y el arte. Expresa su pasión por la belleza, su afán por educar la sensibilidad, pero, en particular, por aportar bienestar a las personas y por crear riqueza compartida que sirviera para mejorar la vida de todos, para cambiar el signo económico de una isla como la nuestra, ancestralmente ligada a una interminable sucesión de penurias y de incertidumbre”. 
 
Ramírez recordó que César Manrique “se vio obligado a levantar su voz para proteger su proyecto utópico para Lanzarote cuando comprobó que el egoísmo de algunos comprometía el futuro de todos; cuando advirtió que los intereses y las ambiciones económicas estropeaban la isla y deformaban los fundamentos del proyecto que se pretendía impulsar, por el que tanto habían trabajado. La construcción excesiva, la afluencia turística excesiva, la ocupación del suelo excesiva, el incremento del tráfico o el deterioro de zonas del litoral hicieron saltar las alarmas, y el entusiasmo de César se convirtió en preocupación y disgusto, en denuncia, en grito de socorro”.
 
“El arte y la naturaleza de César rebosan de vida y de conciencia”
“César Manrique, su palabra, su obra y sus ideas siguen vivas, y, a la luz del tiempo histórico que vivimos, nos parecen más necesarias y oportunas que nunca para pensar y encarar nuestro presente. Su vigencia reclama que reparemos en nuestro malherido planeta”, subrayó José Juan Ramírez, quien proclamó que “el arte y la naturaleza de César rebosan de vida y de conciencia, de responsabilidad con el presente y con el futuro, de afirmaciones y de interrogaciones. Su arte y su naturaleza son un regalo colectivo regulado mediante un contrato público implícito entre el artista y sus beneficiarios, un contrato que incluye dos cláusulas obligadas: la cláusula del disfrute y la cláusula de la protección”. 
 
Por último, reclamó la “protección de sus obras públicas, un bien patrimonial de Canarias y no sólo de nuestras islas: un patrimonio de la humanidad. Es necesario proteger los Centros de Arte, Cultura y Turismo de alteraciones indeseadas, de usos masivos, de concepciones que ponen la rentabilidad por encima de la conservación, de agregados postizos que nada tiene que ver con el proyecto original, con el proyecto histórico del Cabildo y de César. Las obras de César en el paisaje de la isla constituyen el bien patrimonial contemporáneo más importante que tiene Lanzarote y su futuro”.

Gómez Aguilera: “Cien años de vida”

Fernando Gómez Aguilera:
 
“Nos reúne hoy la conmemoración y el empuje de un siglo: los cien años del nacimiento de César Manrique o, lo que es lo mismo, de la continuidad de su obra y su legado social, el patrimonio de sus creaciones y su conciencia: de su vida”. 
 
“Manrique trasmitió la convicción de que la belleza era la verdad y de que la verdad era la naturaleza respetada. Compartía, pues, con Platón (El Banquete) que ‘la belleza es el esplendor de la verdad’ y, como el filósofo, pensaba que la belleza conducía al bien. Belleza y verdad, estética y conciencia de lo justo, extendidas a la solidaria diversidad de la vida, iluminan su ideal de plenitud, que no desfalleció en proclamar y defender, como un apóstol de la pasión utópica”.  
 
“Para mí —manifestaba en 1975—, la rentabilidad es la rentabilidad del espíritu. Estoy harto de tanto materialismo, de tanta vulgaridad. La sociedad contemporánea lo que busca solamente es la rentabilidad urgente. El hombre tiene que volver sus ojos de nuevo a la gran verdad del equilibrio de la naturaleza, que es la única gran lección de la VIDA que tenemos delante de nosotros mismos y no sabemos aprovechar”. 
 
“Necesitamos su decidido coraje, su visionaria capacidad de anticipación, su confianza en el arte y la cultura como energías transformadoras y su alianza con las raíces de lo creado”. 
 
“Nos estamos comportando como vándalos y no como seres civilizados y sensibles —amonestaba en 1983—. Estamos caminando de cabeza al holocausto que va a acabar con toda la vida humana. Nos estamos suicidando, estamos llegando a un suicidio colectivo. La naturaleza está llegando a sus límites y nos hace falta más respeto y educación con el medio ambiente”. 
 
“Su ideal de plenitud compaginó, alianza y condena. Alianza con la vida (…) Y, a la par, condena activa de cuantas interferencias podían frustrar esa meta, el propósito de felicidad colectiva que para César se convirtió en un credo y en un anhelo espiritual. Condena del egoísmo y la codicia, de la fealdad y la indiferencia, de la deshonestidad y la agresión en sus heterogéneas formas de alta y baja intensidad, que no tuvieron cabida en el idealismo benévolo, generoso y expresivo que practicó”.
 
“El centenario (...) un festival del arte, la cultura y la naturaleza. Pero también (…) un festival de la libertad y de la independencia, de ese privilegio y ese derecho ciudadano irrenunciable que representa la autonomía crítica de la sociedad civil frente a la insufrible arrogancia del poder viciado”. 
 
César Manrique, en 1987: “La vida es un segundo que hay que aprovechar de la manera más vital y más positiva, dándose uno cuenta de que no merece la pena vivir con terror, con amargura, sino creando amor y alegría a [nuestro] alrededor, con honradez y bondad. [Porque] ser una persona sencillamente buena es lo más importante”. Y es que, en definitiva, ciertamente, eso es lo que de verdad importa”.

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