Opinión

Vuelva usted mañana

Hace unos días escuché en un medio de comunicación que hasta el comienzo de la pandemia unas 300.000 empresas se dedicaban en nuestro país a la hostelería, de las que unas 100.000 han tenido que echar el cierre afectadas por las restricciones y otros efectos derivados de la COVID-19. El sector hostelero es particularmente importante en un país como el nuestro, donde la industria turística significa más del 12% del Producto Interior Bruto, siendo por tanto uno de los sectores productivos que más empleo genera.

La pandemia nos deja cada día datos más aterradores de contagiados y muertos. La única noticia positiva desde que el virus hizo saltar por los aires la normalidad social o económica ha sido el descubrimiento de las vacunas. Sin embargo, con el proceso de vacunación ya iniciado hasta mayo o junio —si no hay contratiempos— no lograremos la inmunidad comunitaria y la consiguiente recuperación de la vieja normalidad.

Hasta ahora, las únicas medidas que han funcionado para contener la cadena de contagios han sido aquellas que tienen que ver con las restricciones a la movilidad y las limitativas de horarios y usos de espacios públicos y privados. Por lo tanto, toda la cadena de pequeñas empresas vinculadas directa o indirectamente al sector turístico, en general, y particularmente a la hostelería —aquellas que aún subsisten— están viendo amenazada su continuidad si no se toman medidas excepcionales de apoyo, ambiciosas e inmediatas. 

En Canarias no tenemos alternativas, al menos no a corto o medio plazo. O somos capaces de mantener el tejido productivo vinculado al turismo y los servicios o tendremos que abandonar masivamente —como antaño—nuestra tierra. En el transcurso de los últimos quince años hemos sufrido dos graves crisis económicas y sociales, la de finales del 2007 hasta 2014 y la que está provocando las medidas que se están adoptando para proteger la salud de los ciudadanos. Las recetas con las que las autoridades han afrontado ambas situaciones han sido bien diferentes.    

La receta para afrontar la crisis del 2007/14 fue la de la austeridad y la contención del gasto público. Para hacer frente a la causada por la pandemia la respuesta está siendo generosidad en el gasto y presupuestos públicos expansivos. En esta ocasión se cuenta con unos generosos presupuestos públicos para afrontar una difícil situación económica y social, esta vez la estrategia es bien distinta..

El debate sobre en qué proyectos deben de invertirse los recursos para recuperar la economía está sobre la mesa. La cuestión de oportunidad es si seguimos mareando la perdiz sobre proyectos a futuro o si parte de los recursos de los que se dispone se priorizan para salvar parte del tejido productivo actual. 

Cada día que pasa más micro y pequeñas empresas tienen que echar el cierre, multiplicando la bolsa del paro. El vicepresidente del Gobierno de Canarias ha anunciado que pronto presentarán una serie de medidas de apoyo con la mirada puesta, fundamentalmente, en autónomos y pequeñas empresas. Esperemos que esas ayudas lleguen a tiempo de evitar que la cadena de cierres siga acelerándose. Desde medidas que puedan aliviar los compromisos de la empresas con las Administraciones, hasta el pago del IBI o del servicio de recogida de basuras, la construcción del futuro pasa por salvar el presente de miles de empresas y profesionales que, al limite de sus fuerzas, no pueden permitirse un vuelva usted mañana cuando solicitan ayudas, subvenciones u otras líneas de apoyo. 

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