Opinión

“Canarizar”

Hace no demasiados años, hablar de nuestra tierra como un territorio singular y diferente al continental no estaba demasiado bien visto; de alguna manera, reivindicar ese hecho diferencial se consideraba en muchos ámbitos un ejercicio de deslealtad o rebeldía ante las instituciones del Estado. Recordar nuestra condición geográfica, que nos sitúa físicamente en África, en la ultraperiferia de Europa y a casi 2.000 km de distancia de Madrid, se consideraba una línea de argumentación políticamente incorrecta.
 
Canarias es un archipiélago atlántico, una realidad que no puede explicarse sin Europa, África y América; con cultura y vocación de pertenencia a Europa y estrechos lazos históricos, culturales y lingüísticos con buena parte del continente americano. Europa sí reconoce expresamente la singularidad canaria, derivada fundamentalmente de la lejanía y de la insularidad, por eso el Tratado Final de la Unión Europea se aplica de forma diferenciada en nuestro archipiélago. Los transportes, el agua, la fiscalidad, la energía, el suelo, la organización administrativa, el mar, el cielo y en general nuestra identidad nada tienen que ver con las del territorio peninsular.
 
Canarias no es ni mejor ni peor que cualquier otro territorio del Estado, pero es diferente. Somos el pueblo que menos se parece al resto de los territorios o Comunidades Autónomas, un país que necesita medidas políticas, sociales, económicas, fiscales y legislativas diferentes para poder concursar en igualdad de condiciones con el resto del Estado.
 
Durante mucho tiempo se arrastró un cierto complejo que desanimaba a la hora de hablar con claridad de las singularidades que tiene Canarias; de sus necesidades diferenciadas; de lo afortunados que somos por el clima y la naturaleza derivadas de nuestra situación geográfica, pero también de los obstáculos que significa esa misma situación geográfica para nuestro desarrollo social y económico.
 
Sin embargo, algo está cambiando. Cada día es más frecuente oír hablar de nuestras singularidades como territorio y como pueblo. En tertulias, en las charlas de café, en los medios o en cualquier espacio de diálogo y encuentro cada día es más común escuchar a unos y otros hablando de nuestras peculiaridades como archipiélago alejado y de las necesidades derivadas de ello; se está generalizado el reconocimiento propio de nuestra diferencia. La reivindicación de esa diferencia se ha normalizado, ha dejado de ser algo extraordinario y ha llegado para quedarse.
 
La generalización social del reconocimiento a nuestra diferencia y -por lo tanto- la exigencia al Estado de medidas adaptadas a esa realidad requiere que también  las organizaciones económicas, sindicales y políticas lo asuman dentro de sus propias resoluciones de ámbito territorial y estatal. Las organizaciones empresariales y sindicales deben canarizarse y recoger en las resoluciones que adopten, tanto en el ámbito canario como en el del Estado, el reconocimiento a la diferencia que tiene nuestro archipiélago.
 
Al propio tiempo, las organizaciones territoriales canarias de partidos estatales deben conseguir un reconocimiento expresó a la singularidad de nuestras Islas en sus congresos y resoluciones. El futuro de nuestras Islas no puede depender de la posición estratégica que pueda tener un voto en el Congreso de los Diputados. Los problemas derivados de la insularidad y de la lejanía del archipiélago son permanentes. No podemos seguir dependiendo de que para que reconozcan nuestras necesidades específicas tenga que ocurrir que uno o dos diputados canarios sean decisivos para la gobernabilidad del Estado.
 
El mejor camino es el de canarizar a los partidos estatales. Los congresos de los partidos españoles y sus delegaciones territoriales deben ser el marco para fijar los respectivos compromisos con Canarias, definiendo los aspectos que nos diferencian y las políticas a impulsar para reforzar la cohesión con el resto del Estado.
 
Durante muchos años la posición estratégica decisiva que tuvo el nacionalismo canario en Madrid ha servido para que nos respeten y atiendan. pero no podemos confiar el futuro de los canarios a las circunstancias políticas del momento. Por ello, si mayoritariamente la sociedad canaria, los sindicatos, los empresarios y los partidos políticos asumen la defensa de nuestras diferencias, habremos dado un gran paso para ser menos dependientes. Cuanto antes mejor.

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