Opinión

La cuenta atrás de Sánchez

La cuenta atrás de Sánchez

El inesperado desenlace de las elecciones del pasado 2 de diciembre en Andalucía está dando mucho juego para hacer cábalas sobre las causas y los efectos que los mismos pueden provocar, a corto y medio plazo, en el cada vez más inestable tablero político español. El escenario está ahora más abierto que antes, con interrogantes que los partidos intentan despejar.
 
Muchas son las lecturas posibles sobre lo que ha ocurrido en Andalucía, pero sin duda el que peor parte se ha llevado con este terremoto político -que va a suponer el cambio de gobierno en el territorio más poblado del Estado- es el Partido Socialista. El batacazo que se ha dado Susana Díaz y el socialismo andaluz genera una onda expansiva que no se sabe bien cómo se traducirá en el resto del país.
 
La dirección federal del PSOE mira para sus compañeros en Andalucía, buscando culpables de la pérdida del Gobierno de la Junta; y, a su vez, Susana Díaz y los suyos achacan al Gobierno de Pedro Sánchez el desafecto de los votantes andaluces por la política que está llevando ante el desafío rupturista de los independentistas catalanes. Susana Díaz nunca ha estado cómoda la vía escogida por su secretario general y presidente del Gobierno respecto a la situación en Cataluña.
 
Para la todavía hoy presidenta de la Junta, los compañeros de viaje de Sánchez en la moción de censura a Rajoy, y posteriores apoyos parlamentarios del Gobierno, con las inestabilidades ya conocidas, han generado un ahora confirmado rechazo en el conjunto de las Comunidades Autónomas. Partiendo de ese análisis, Díaz movió ficha con el calendario electoral, intentando que la situación política en el resto del Estado no interfiriera en su comunidad, porque temía que la acción de gobierno de Sánchez generaría un desgaste.
 
El resultado de Andalucía apunta que, además del debilitamiento provocado por de 36 años ininterrumpidos de gobiernos socialistas, el Gobierno de Sánchez no es un valor añadido para los objetivos territoriales de los suyos; al contrario, puede suponer un serio obstáculo para los aspirantes socialistas en las elecciones locales y autonómicas.
 
Es muy probable que los últimos mensajes del propio presidente del Gobierno de España y sus ministros, endureciendo el discurso con respecto al independentismo catalán, tenga mucho que ver con el análisis interno del resultado del 2 de Diciembre y el efecto que tuvo la actitud contemplativa de Sánchez ante los constantes desafíos de los rupturistas. La hipótesis de que el residente Sánchez convoque elecciones cuanto antes empieza a coger cuerpo en los grupos económicos y mediáticos.
 
El próximo día 21 el Consejo de Ministros se reunirá en Barcelona. A priori, poco que ganar tiene Sánchez reuniendo a su Gabinete en la Ciudad Condal. Sin embargo, los riesgos que asume para su futuro político son muy altos. España entera estará pendiente de la evolución de los acontecimientos en esa fecha. Va a interesar más lo que suceda fuera de la Llotja del Mar -lugar previsto inicialmente para la reunión, que los Mossos desaconsejan por motivos de seguridad- que las decisiones que adopte el Consejo.
 
Si se vuelve a proyectar una imagen de descontrol y desgobierno, con alteración del orden público, el presidente del Gobierno se verá obligado a tomar decisiones que le alejarán definitivamente de los partidos independentistas catalanes y, por lo tanto, conllevarán la pérdida de una mayoría estable para gobernar. Esta vía conduce a la convocatoria urgente de elecciones. La otra opción es que ante el temor a unas elecciones anticipadas los independentistas controlen la situación y prolonguen el apoyo al gobierno socialista. A corto plazo, esta otra vía daría aire temporalmente a Pedro Sánchez, pero lo estarían condenando definitivamente ante el resto de España.
 
La situación es compleja y ante la imposibilidad de que en las actuales circunstancias pueda articularse un gobierno transversal fuerte, que afronte el reto de frenar el deterioro de la vida política, social y económica que se vive en Cataluña, no hay más salidas que citar a los ciudadanos a las urnas buscando una mayoría transversal, no frentista y estable que, con diálogo y firmeza, recupere la convivencia pacífica. Cuánto más tarde Pedro Sánchez en convocar elecciones, menos posibilidades tendrá de liderar esa opción.

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