Opinión

Venezuela nos duele

Venezuela se convirtió hace décadas en la segunda patria para miles de canarios, mujeres y hombres que tuvieron que abandonar el lugar que los vio nacer arrastrados por la falta de oportunidades y en algunos momentos por la hambruna que en un pasado no tan lejano castigó a Canarias. Antes de la llegada del turismo al Archipiélago -en la década de los setenta- la ausencia de opciones profesionales, las limitaciones de nuestra economía y el abandono del Estado español obligó a miles de paisanos a abandonar su tierra y en muchos casos a dejar atrás a sus familias, en busca de posibilidades de trabajo que les permitieran construir un futuro mejor.
 
A pesar del desconocimiento real de lo que se podían encontrar al otro lado del Océano, y de las limitaciones de las comunicaciones de la época, la necesidad les empujó a recorrer travesías de más de 6.000 kilómetros; en muchos casos a familias enteras, y, en otros, a padres o hijos que actuaban de avanzadilla para explorar si encontraban oportunidades que les permitiera posteriormente agrupar al resto del entorno familiar. En Cuba, Argentina, Uruguay, México, EEUU y muy especialmente en Venezuela encontraron miles de isleños las puertas que no era posible conseguir en su propia tierra.
 
La laboriosidad, seriedad, responsabilidad y humildad de los emigrantes isleños fue fraguando una relación de confianza, consideración y amistad de los venezolanos que, poco a poco, se convirtió en una relación fraternal de la que presumimos a ambas orillas del Atlántico. Es precisamente esa relación inter generacional que compartimos con Venezuela una de las muchas razones que nos recuerdan que no podemos mirar para otro lado, ni desentendernos, ante la tragedia que están viviendo una buena parte de emigrantes canarios o sus descendientes y una buena parte del pueblo venezolano.
 
Hasta ahora, el debate estaba centrado entre los defensores del régimen instaurado por Hugo Chávez, heredado y pervertido por Nicolás Maduro, y los detractores del mismo aglutinados en torno a los intereses que representa la fragmentada la oposición política y mediática. El futuro de Venezuela deben decidirlo los venezolanos, sin injerencias ajenas a sus legítimos intereses, pero el éxodo de miles de venezolanos buscando esperanza en los países vecinos -Colombia, Brasil, Ecuador o Perú, entre otros- está desestabilizando la región y demanda una mayor implicación internacional.
 
Hasta ahora, cualquier opinión externa podría asociarse a intereses políticos-económicos vinculados a las partes que se disputan el poder en aquel país, pero los datos aportados por la ONU, la hostilidad con la que se les recibe en los países limítrofes -a los que huyen escapando de la miseria y la pobreza- y las imágenes que se difunden a través de los medios de comunicación de todo el mundo requieren la intervención de los Organismos Internacionales.
 
Según la ONU, más de dos millones de venezolanos han abandonado todo para huir de las consecuencias que están dejando las políticas impulsadas por el Gobierno de Maduro. Las imágenes que se difunden de miles de venezolanos invadidos por la tristeza, caminando con la mirada perdida en un horizonte desconocido son conmovedoras. Ante un drama como el que está viviendo el pueblo hermano venezolano, la angustia por conocer en qué medida está afectando a familiares y amigos está multiplicando la inquietud en miles de hogares canarios.
 
Es absolutamente inconcebible que un país que casi duplica la superficie de España -916.445 km2-, con una población que apenas alcanza los 30 millones de habitantes y un enorme potencial económico basado en el petróleo, gas natural, hierro, oro, sector primario, industria o en las magníficas condiciones que tiene para el desarrollo del sector turístico se encuentre sumido en la bancarrota y el caos.
 
España y Canarias harían bien interesándose por la situación en la que se encuentran los centenares de miles de españoles-venezolanos y de canarios-venezolanos que comparten corazón y patria echando raíces en Venezuela. No todos los que en su día partieron de Canarias a buscar fortuna a Venezuela la encontraron. Muchos compatriotas emigrantes están sufriendo las mismas calamidades que los miles de venezolanos que con la vista perdida abandonan sus hogares y su patria. La atención que está prestándose a la crisis venezolana es claramente insuficiente. Los venezolanos no merecen que nos desentendamos de su situación. No podemos mirar hacia otro lado. Hay que mirar de frente a la situación que atraviesan miles de isleños que han ayudado a construir aquel país y que durante décadas contribuyeron a mejorar la situación de sus familias a un lado y otro del Océano.

Comentarios