Opinión

Esta vez le tocó a Canarias

Esta vez le tocó a Canarias

El mundo vive expectante ante la evolución del coronavirus. A pesar del esfuerzo que hacen las autoridades sanitarias y especialistas de todo el planeta, transmitiendo tranquilidad, la preocupación por el avance que está teniendo la enfermedad monopoliza la información en los medios de comunicación locales, nacionales e internacionales. Es, sin duda, una consecuencia más de la globalización y de la multiplicación de las fuentes de información en las redes y fuera de ellas.
 
El avance de la enfermedad y su proyección a todos los rincones del mundo -a través de los medios de comunicación- puede generar si no está provocando ya la desestabilización de la economía, en mayor medida además que, por ejemplo, las bravuconadas  de los líderes de Estados Unidos y de China. El miedo a moverse puede paralizar la economía, especialmente aquellas que son más dependientes del exterior. En esa dirección, pueden verse singularmente afectados los principales destinos turísticos donde la enfermedad haya asomado.
 
La preocupación que genera el coronavirus debe ser contrarrestada con una política de comunicación rigurosa, profesional y transparente, y entre otros elementos a tener en cuenta debemos poner en valor la solvencia de nuestro sistema sanitario así como la capacidad de los profesionales de la medicina en Canarias -toda una garantía-.
 
Esta vez la adversidad se ha ensañado con nuestra tierra y toca levantarnos
En nuestras Islas a la preocupación por el coronavirus hay que unir la vulnerabilidad mostrada en territorios como el nuestro ante fenómenos o procesos como los ocurridos en la última semana, situaciones con una repercusión y proyección enormes. Los efectos demoledores dejados por el viento y la calima -además del fuego- son un serio aviso para que reflexionemos y nos preparemos para afrontar situaciones de las que parecíamos ajenos.
 
Hasta ahora se ha vivido en la creencia de que Canarias estaba libre de fenómenos adversos que sí suelen castigar a muchos destinos turísticos que compiten con nosotros. En ese orden de cosas, cabe recordar que el sector turístico del Archipiélago se ha visto afectado al alza muchas veces por situaciones anómalas que han afectado al Levante español, a Baleares, a todo el arco del Mediterráneo europeo, Túnez, Egipto, Turquía o el propio Caribe. Esta vez la adversidad se ha ensañado con nuestra tierra y toca levantarnos para superarla lo antes posible.
 
Hasta ahora hemos confiado la competitividad del principal motor económico de las Islas a las casi insuperables condiciones que nos ha dado la naturaleza. El clima, la diversidad de las Islas y de sus paisajes, el mar, la nitidez de nuestros cielos, la seguridad que gozamos, las comunicaciones, la sanidad o nuestra privilegiada situación geográfica nos han posicionado muy bien para competir con otros destinos turísticos. La desconcertante situación vivida por la confluencia de varios elementos adversos -coronavirus, viento, calima, fuego o el caos producido por cierres en aeropuertos y puertos- debe ser contrarrestado con el trabajo conjunto de las Administraciones Públicas de las Islas, sindicatos y empresarios.
 
Es un buen momento para impulsar una buena campaña de fortalecimiento de la imagen de las Islas
La experiencia vivida la pasada semana debe servir al sector turístico para entender que no se puede confiar todo a que a otros destinos les vaya mal o a la generosidad de la naturaleza con nuestro destino; la realidad está echando por tierra esa teoría. Los ingredientes que hacen posible que Canarias sea un destino privilegiado para el sector turístico siguen intactos: clima, paisaje, mar, cielo, infraestructuras, seguridad o el nivel de nuestra sanidad para dar respuesta a situaciones de las que nadie está ajeno constituyen unas bazas notables, de ahí que ahora Administraciones, sindicatos y empresarios del sector estén en la obligación de fortalecerlos y proyectarlos.
 
Es un buen momento para impulsar una buena campaña de fortalecimiento de la imagen de las Islas, acompañándola además de un compromiso por la renovación de los espacios turísticos y de la planta hotelera obsoleta. A corto plazo, y con el objeto de atenuar el impacto que puede tener en la ocupación turística para Semana Santa la calamitosa situación vivida la pasada semana, el Gobierno de Canarias debería demandar del Gobierno de España medidas que favorezcan la llegada de turistas peninsulares. Hay que actuar y hay que hacerlo sin demora.

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