AGUAS

Aguas Chafariz, cuando nos dio por embotellar agua desalada

Fotos: JL Carrasco.

La empresa pública Inalsa comenzó la producción de Aguas Chafariz en agosto de 1990 con el objetivo de servir de regulador del mercado insular del agua embotellada.

¿Es posible que la sociedad lanzaroteña esté perdiendo una parte de su ancestral inteligencia colectiva? Una vez nos dio por embotellar agua, lo cual no deja de ser ingenioso en una isla en la que apenas llueve… Se llamaba Chafariz y era agua desalada, pero la experiencia acabó en un fracaso. Entre 1996 y 2002, la empresa pública Insular de Aguas de Lanzarote, SA (Inalsa), produjo más de 12.000 metros cúbicos anuales de agua embotellada para consumo humano en formatos de medio litro, litro y medio y cinco litros. 
 
Inalsa comenzó la producción de Aguas Chafariz en agosto de 1990 con el objetivo de servir de regulador del mercado insular del agua embotellada y forzar una bajada del precio producto. Treinta años después, Chafariz es un vago recuerdo y el ciclo integral del agua ya no lo gestiona Inalsa, sino que lo explota la empresa madrileña Canal Gestión mediante una concesión. Por eso mismo, entra dentro de lo probable que la sociedad lanzaroteña esté perdiendo una parte de su ancestral talento social.
 
Inalsa produjo agua potable preparada que se extraía del mar
Esta industria producía agua potable preparada que se extraía del mar y se desalaba en una planta situada en las instalaciones de Aguas Chafariz, ubicadas en el complejo desalador de Punta de los Vientos. Constaba de una nave de envasado de 450 metros cuadrados, otra nave para la fabricación de botellas y almacén de 600 metros cuadrados, y ocho silos para el almacenado de los envases con una superficie de 262 metros cuadrados, así como un muelle de carga. 
 
El agua destinada a la planta envasadora se producía por el proceso de compresión de vapor en la planta desaladora Inalsa II. El agua recibía un tratamiento para corregir el Ph y la salinidad, y se filtraba para eliminar la materia en suspensión que pudiera contener. Posteriormente, pasaba por unos filtros bacteriológicos para la supresión de microorganismos y por último era sometida a exposiciones de lámparas ultravioletas que garantizaban la ausencia total de bacterias.
 
De Chafarí a Chafariz a sugerencia de Agustín Pallarés Padilla
Aguas Chafariz era de buena calidad. Era exactamente igual que las otras existentes en el mercado, a pesar de las bromas pesadas que tuvo que soportar la iniciativa. Al principio salió al mercado con el nombre comercial Chafarí, en singular, y más tarde, a sugerencia del Hijo Adoptivo Agustín Pallarés Padilla, se produjo una rectificación del término. El cambio de denominación se produjo en diciembre de 1994. En efecto, Chafariz, alude de forma correcta al manantial ubicado en el valle de Temisa (Haría), donde se localiza una fuente del mismo nombre.
 
Chafariz es un topónimo quiere decir naciente de agua. En Lanzarote hay dos topónimos con este nombre, ambos en el municipio de Haría. Uno es barranco del Chafarís, como variante de barranco de Temisa, y el otro es fuente el Chafarís, dentro del mismo barranco anterior, y al que da nombre por la importancia que tiene la existencia de una fuente en una isla tan desértica. Como tal término común se halla recogido en el Diccionario Diferencial del Español de Canarias, aunque escrito chafariz, asimismo como naciente de agua.
 
En 2004, el Consejo de Administración de Inalsa tomó la resolución de convocar un concurso público para el arrendamiento de la fábrica de Aguas Chafariz, ante las pérdidas económicas que producía. En 2005, Inalsa reconoce que tras los tres concursos fallidos para la adjudicación de la marca, abrió un proceso negociador con distintas empresas de la isla para evitar la desaparición de Aguas Chafariz. Los tres concursos habían quedado desiertos, por lo que muy pronto concluyó la agonía de esta industria y acabó subiendo el precio del agua embotellada en la isla.