Lugares

José Saramago sigue presente en su Casa-Museo, denominada A Casa

Biblioteca de la Casa Museo José Saramago
Biblioteca de la Casa Museo José Saramago

A su Casa-Museo se acercan las personas amantes de su literatura y devotas de un hombre extraordinario comprometido con su tiempo y con la humanidad.

José Saramago sigue presente en su Casa-Museo, denominada A Casa

El pasado 16 de noviembre concluyó formalmente la conmemoración del centenario del nacimiento de José Saramago (Azinhaga, 16 de noviembre de 1922 - Tías, 18 de junio de 2010) el escritor, novelista, poeta, periodista y dramaturgo que estableció su residencia en Lanzarote en 1993, isla en la que produciría la mitad de su obra literaria. La llamó A Casa, una morada hecha de libros, el estudio en el que escribía, una biblioteca, un olivo, el jardín y el mar, hoy reconvertida en Casa-Museo.

A ella se acercan las personas amantes de su literatura y devotas de un hombre extraordinario comprometido con su tiempo y con la humanidad. Tras fijar su residencia en la isla, inicia la escritura de un diario, ‘Cuadernos de Lanzarote’ y escribiría ‘La caverna’, ‘El hombre duplicado’, ‘Ensayo sobre la lucidez o ‘Las intermitencias de la muerte’, entre otros libros. En 1995 le fue concedido el Premio Camões, en 1997 fue distinguido como Hijo Adoptivo de Lanzarote y en 1998 obtuvo el Premio Nobel de Literatura. Fue galardonado con el Premio Canarias en 2001, en la modalidad Internacional.

EL ESTUDIO DONDE ESCRIBÍA

Cruzado el portón de entrada se accede a la casa de José Saramago; aquí falleció el 18 de junio de 2010. Una galería luminosa distribuye las distintas dependencias de la vivienda, en la que sobresale su estudio. En esta habitación, se puso a escribir las primeras líneas de ‘Ensayo sobre la ceguera’, iniciando así un período de gran creatividad. En este espacio como en ningún otro de la residencia palpita aún la presencia de Saramago.

El salón se abre al jardín y al mar. En este espacio descansaba el escritor, mientras que la cocina la concebía como un lugar de encuentro y convivencia, una estancia abierta a los amigos. En el jardín, un olmo, tres olivos, un alcornoque, un granado... Al final del jardín está la piscina, donde solía nadar por las tardes. “Luego se sentaba junto a la piedra grande que quiso que se quedara en medio de todo. Le gustaba sentir el viento, saberse vivo, mirar el mar, pensar que el mundo puede tener remedio, que la humanidad que transportamos debe prevalecer sobre la maldad…”.

UNA BIBLIOTECA PARA ACOGER PERSONAS

Los olivos están íntimamente unidos al paisaje de la infancia de Saramago; de ahí que, para él, tuvieran un gran valor sentimental. Todas las culturas mediterráneas han venerado a este árbol como símbolo de amistad, pero aquí hay uno muy especial. Procedente del Alentejo portugués, llegó en un avión de pasajeros, en una maceta que Saramago mantuvo entre sus piernas durante el trayecto. Hoy es el símbolo de A Casa, representado en una escultura situada en la rotonda que anuncia la presencia de la casa museo. 

La sala de juntas fue pensada para las reuniones de la Fundación José Saramago, pero el verdadero uso de este espacio ha sido el de salón de actos y comedor, cuando las reuniones eran muy grandes. “La biblioteca no nació para guardar libros, sino para acoger personas”. En ella recibía Saramago a sus amigos y a ella acudía a diario. Pese a que la Literatura sea universal, los libros están colocados por los países de procedencia de los autores. La filosofía, el ensayo y las memorias responden a un orden temático, como la historia o la política. Jorge Luis Borges, junto a Pessoa y Kafka, eran los escritores imprescindibles del siglo XX para Saramago.

Las cenizas de José Saramago reposan en una plaza de Lisboa, bajo la sombra de un olivo centenario nacido en su tierra natal, la aldea de Azinhaga.

Comentarios