FINADOS
Día de difuntos, ritos diversos en una Lanzarote cada vez más cosmopolita
02 de noviembre de 2020 (09:43 h.)
La isla cuenta con doce cementerios, de los que once están en uso, además del existente en La Graciosa, y el porcentaje de saturación se aproxima al 90%.
La antigua tradición local creó los Ranchos de Ánimas para celebrar el Día de los Finados. Venidos a menos con el tiempo y quedando circunscritos al ámbito del folclore navideño, en la actualidad los católicos, practicantes o no, cubren de flores los camposantos para honrar a sus difuntos. Pero, en la isla, son muchos y variados los ritos con los que las diferentes confesiones recuerdan a sus seres queridos, y no necesariamente el día 2 de noviembre. En esta jornada se recuerda especialmente a las nueve personas fallecidas hasta ahora a consecuencia de la pandemia de COVID-19.
Más del 70% de la población residente en Lanzarote es de procedencia extranjera
En un principio, la tradición de los finados en Lanzarote era eminentemente familiar. Se contaban anécdotas de los fallecidos de la familia, que se hacían presentes a través de las palabras. Todo ello acompañado de determinadas comidas y bebidas. Luego, el rito se llevaba a la calle con los cánticos afligidos de los Ranchos de Ánimas. En los camposantos, que hoy tienen un carácter eminentemente laico, se producen enterramientos por diferentes ritos religiosos. Ya no es como antes, cuando los cementerios eran católicos y, por ejemplo, se habilitaba una zona apartada y no “consagrada” para los enterramientos no católicos, denominada chercha, una derivación de la palabra inglesa church (iglesia).
Más del 70% de la población residente en Lanzarote es de procedencia extranjera. Aquí conviven personas de todas partes del mundo, con sus preferencias religiosas y sus ritos fúnebres. Entre otros, son residentes casi 5.000 ciudadanos marroquíes, mauritanos y senegaleses, más de 1.500 chinos y unos 700 hindúes. Esta realidad, cada vez más cosmopolita, ha dado lugar a que muchos municipios se hayan visto en la necesidad de adecuar espacios para atender los ritos funerarios de las distintas comunidades religiosas. Católicos, protestantes, musulmanes, hinduistas, judíos, budistas… todos seres humanos que, al morir, desean ser amortajados a su manera y recordados por los suyos.
De cada dos decesos, uno acaba en un cementerio y otro en un horno crematorio
En la tradición musulmana, se deposita el difunto sobre el costado derecho mirando hacia la Meca, pero normalmente se le entierra directamente sobre la tierra, sin ataúd. Los hinduistas lo tienen más fácil gracias a la incineración, y que el hinduismo cree en la reencarnación, por lo que después de la muerte el alma se desprende del cuerpo y se puede reencarnar luego en otro ser vivo, que no necesariamente tiene que ser humano. Los judíos entierran a sus muertos en la tierra y sus lápidas llevan la estrella de David; nunca veremos flores en sus tumbas, sino que los seres queridos colocan piedrecitas como recordatorio. Todos esperan y reclaman respeto a sus rituales mortuorios, algo que sí garantizan las empresas de pompas fúnebres en sus tanatorios privados.
En todo caso, antes o después todos morimos, cerca de 800 personas cada año en Lanzarote, sobre todo por tumores y enfermedades del sistema circulatorio. Los hombres con una edad media de 70 años y de 78 las mujeres. La isla cuenta con doce cementerios, de los que once están en uso, además del existente en La Graciosa, y el porcentaje de saturación se aproxima al 90%. En ellos yacen las personas que han sido enterradas, cada vez más en nichos, aunque la incineración se ha ido generalizando en los últimos tiempos. De hecho, de cada dos decesos que se producen hoy día en nuestro país, uno acaba en un cementerio y otro en un horno crematorio.
La cremación gana terreno a la inhumación
La cultura de la cremación de difuntos ha arraigado en la isla y sigue en alza. La cremación es el proceso mediante el cual se reduce el cuerpo de un fallecido a cenizas exponiéndolo a altas temperaturas. Entre las razones de estos cambios en los hábitos de la cultura funeraria, destaca el precio, sobre todo tras desatarse la crisis en 2008, ya que una cremación básica es bastante más barata que un entierro tradicional. Sin obviar la creciente pérdida de influencia de la jerarquía eclesiástica católica en la sociedad.
La incineración es la opción favorita en los grandes núcleos urbanos
La cremación es una alternativa cada vez más popular para la disposición final de un cadáver porque su coste es inferior a mil euros. Según datos de la Organización de Consumidores y Usuarios referidos a 2013, aunque era más barato morir en las dos grandes capitales de Canarias que en el resto de ciudades españolas, un sepelio tradicional costaba entre 2.400 y 2.700 euros en Santa Cruz de Tenerife y en Las Palmas de Gran Canaria. En Lanzarote supera los tres mil euros, por término medio.
En un primer momento, la incineración supuso un ahorro considerable para las familias ya que permitió eliminar gastos como el coche fúnebre, el entierro, el nicho o la lápida. En la isla operan varias empresas dedicadas a los servicios mortuorios, algunas de ellas con tanatorios propios. Como sucede en el resto de Europa, la inhumación suele ser la elección preferida en pueblos pequeños mientras la incineración es la opción favorita en los grandes núcleos urbanos.