CIUDAD

Palomas en Arrecife, metiendo en cintura una plaga con alas

Este mismo año, el Cabildo licitó un servicio de control y reducción poblacional de palomas en el Intercambiador y en la Estación de Guaguas de Arrecife.

Tierna imagen la de una persona lanzando migas de pan duro a las palomas, pongamos que en la ribera del Charco o en la plaza de la iglesia de San Ginés. Pero, dar de comer en la vía pública a animales callejeros puede acarrear problemas de salud pública y propicia que los restos de comida se conviertan en una fuente de alimento y desarrollo para otro tipo de plagas, como ratas, cucarachas y hormigas, vectores de multitud de enfermedades e infecciones.
 
Cualquier ciudad que se precie prohíbe dar de comer a las palomas y dispone de mecanismos de control de la natalidad para evitar que se conviertan en una plaga. Como sucede con las colonias de gatos, las poblaciones descontroladas de palomas suponen un grave riesgo para la salud de las personas. Este mismo año, el Cabildo de Lanzarote licitó un servicio consistente en el control y reducción poblacional de palomas en el Intercambiador y en la Estación de Guaguas de Arrecife. Los equipamientos públicos son los espacios preferidos por las palomas, ya que en ellos no habitan ‘molestos residentes’ que las metan en cintura y las mantengan a raya.
 
Las poblaciones de palomas disminuyen un 50 por ciento cuando carecen de comida
El número de palomas comunes en las zonas urbanas de la isla, especialmente en Arrecife, suele aumentar en gran medida debido al alimento que ciudadanos no autorizados les ofrecen. Los datos son muy elocuentes, ya que las poblaciones de palomas disminuyen un 50% cuando carecen de comida. Pero estas aves tienen otra fuente indirecta de suministro de alimento, y es el pienso con el que algunas personas bien intencionadas dan de comer a las colonias de gatos callejeros en diferentes zonas de la ciudad. Una vez saciados, los restos de comida destinada a los mininos son ingeridos por las palomas, y, si no, ya se ocupan de acabar con ellos las ratas, ratones, cucarachas, hormigas y un largo etcétera.
 
En el caso de las palomas los perjuicios no apuntan sólo a la salud de la ciudadanía, sino que ocasionan importantes daños al mobiliario urbano y al patrimonio escultórico y arquitectónico de las ciudades. Los excrementos de palomas son muy corrosivos, además del problema de limpieza general que ocasionan en fachadas, cornisas y en la vía pública. Para prevenir estas plagas urbanas, se recomienda a la ciudadanía que eviten dar de comer a gatos callejeros sin autorización y su entorno y, por supuesto, a las palomas. Cada vez hay más ordenanzas municipales que lo prohíben expresamente.
 
El método de control más utilizado ha sido la jaula trampa para su captura y posterior sacrificio
Las palomas que nos encontramos están perfectamente adaptadas a vivir y proliferar en un entorno urbano, donde son capaces de encontrar fácilmente y aprovechar con eficacia tanto el agua como el alimento que necesitan para sobrevivir. Son asimismo expertas en encontrar lugares que les pueden servir de refugio donde anidar, reproducirse y protegerse de las condiciones climatológicas desfavorables. Las casas abandonadas y los edificios a medio construir son otros de sus espacios favoritos. A las palomas se les ha unido en los últimos años las tórtolas. 
 
En muchas ciudades, la gestión de la presencia de palomas depende directamente del Servicio de Control de Plagas. Boberías, las justas. No obstante, abundan las empresas especializadas, también en Lanzarote. Lo normal es que se ataque las áreas donde se posan mediante la colocación de púas antipaloma, la instalación de alambres tensados, los estímulos visuales ahuyentadores, etc. El método de control más utilizado ha sido siempre la jaula trampa para su captura y posterior sacrificio, aunque los nuevos criterios éticos se inclinan por la instalación de dispensadores de pienso esterilizante para palomas.