Sombras y luces de un artista con TDAH adulto
El muralista e ilustrador, Iván Tempra, comparte su experiencia con el TDAH en la edad adulta, transformando su día a día en un desafío que impulsa su creatividad, empatía y fortaleza
Iván no necesita presentación. Muralista, artista y “culo inquieto”, como él mismo se define en sus redes, llegó desde Argentina hace ocho años, tras haber dedicado quince al diseño gráfico.
En Lanzarote descubrió otra de sus grandes pasiones: las bellas artes. Desde entonces, ha dejado una huella de color, inclusión y sensibilidad por toda Canarias gracias a la magia de sus murales. Suma ya más de 90 obras, entre Lanzarote y otras islas del archipiélago, además de intervenciones en Madrid y en Buenos Aires, donde pintó un mural en la casa de Diego Maradona.
Pero Iván no solo se expresa a través del arte. Hace año y medio fue diagnosticado con TDAH en la edad adulta (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) y ha decidido compartir su experiencia para visibilizar esta realidad. Descubrió su diagnóstico casi por casualidad, al leer un artículo en el que se reconoció plenamente. A partir de ahí, inició un proceso clínico de seis meses, en el que también participaron familiares y amigos. El resultado fue claro: aquel niño inquieto que se levantaba en clase sin motivo no era simplemente distraído, sino un adulto con TDAH no diagnosticado.
“Con una buena gestión de las tareas y empatía hacia uno mismo, las cosas mejoran. Lo que puede parecer una debilidad se convierte en una fortaleza. Te entiendes en lugar de exigirte o castigarte”, explica el artista.
Hoy Iván asume su condición con naturalidad. “Las personas con TDAH solemos tener nuestro espacio desordenado porque tenemos un déficit de dopamina; el cerebro prioriza las tareas que más nos motivan y posterga las que menos nos atraen”, comenta.
Creatividad, curiosidad y resiliencia son, según él, algunas de las virtudes del TDAH. “Tenemos una gran capacidad de concentración cuando algo nos apasiona. Es lo que llamamos hiperfoco: somos capaces de resolver tareas complejas en poco tiempo, aislándonos del resto del mundo”, añade.
Para Iván, el arte ha sido su herramienta de expresión y reivindicación. Sus murales transmiten mensajes de igualdad e inclusión, reflejando una mirada empática y consciente del valor de las diferencias. “Es importante pedir ayuda, encontrar motivación en lo que aporta a la sociedad y poner en palabras lo que sentimos. Hablar también puede liberar a otros”, sostiene.
Fiel a esta filosofía, el artista utiliza sus redes sociales para responder dudas y compartir su experiencia. “Muchas veces nos ponen etiquetas que duelen, y nosotros también las ponemos. Detrás de cada persona hay una historia, luces y sombras. La empatía siempre ayuda”.
En un mundo cada vez más acelerado y exigente, Iván recuerda la importancia de detenerse, mirar al otro y acompañar sin juzgar. “Todo el mundo merece un lugar donde sentirse seguro”, concluye.