LUGARES
Naos y el Charco, incomunicados para siempre
Lo que en principio era un cierre provisional, en la calle Olof Palme, va camino de convertirse en una muralla infranqueable.
La bahía de Naos y el Charco de San Ginés parece que seguirán incomunicados para siempre. Nada hace pensar que, algún día, ambos vuelvan a su estado original, que es la conexión de estas dos láminas abrigadas de agua y la circulación interna de las mareas. Lo que en principio era un muro provisional va camino de convertirse en un farallón infranqueable.
El muro, que actúa a modo de dique de contención, es un tramo de la calle Olof Palme que conecta el Islote del Francés con tierra firme, desembocando al lado de la Escuela de Pesca. En su día, en los años sesenta del siglo pasado, se instaló este relleno para impedir la conexión de los dos espacios, que se habían convertido en sendas pocilgas. El hedor era insoportable y estaba en juego la salud de la población.
Un alcalde se planteó rellenar el Charco y convertirlo en un gran aparcamiento
El Charco era el pozo negro de las viviendas situadas en sus inmediaciones y Naos era la cloaca de las industrias conserveras instaladas en sus cercanías. De un lado, se producían vertidos directos de aguas grises y negras al Charco de San Ginés, así como filtraciones de pozos negros. La laguna idílica que hoy conocemos era un espacio asqueroso. De otro lado, en la bahía de Naos se producían los vertidos de las industrias de transformación de pescado, incluyendo productos químicos para desatascar las tuberías de restos sólidos. Al final, se cortó la conexión entre las dos sentinas, porque no eran otra cosa.
La situación era tan dramática que, para ponerle remedio, un alcalde de la época, Rogelio Tenorio (regidor entre 1970-1974), se planteó rellenar el Charco y convertir su superficie en un gran aparcamiento. Afortunadamente, no fue así. Con el paso del tiempo aquella situación remitió debido a la implantación de la red de alcantarillado, la desaparición de las fábricas conserveras y la extensión del tratamiento de las aguas residuales.
De recuperarse la circulación natural de las mareas se renovarían a diario las aguas
El desarrollo económico y social llegado de la mano del turismo hizo el resto. Al mejorar la situación de los dos espacios se ha propuesto su reconexión, una vieja aspiración formulada por variados sectores de la sociedad arrecifeña, desde pescadores de bajura y residentes de la zona a historiadores y poetas. La idea consistiría en acometer dos medidas.
La primera sería ensanchar la ‘boca de Juan Rejón’ para facilitar la circulación de las aguas en el interior de la bahía de Naos. La segunda consistiría en transformar en un puente el actual relleno sobre el que discurre un tramo de la calle Olof Palme. De esta forma, al recuperar la circulación natural de las mareas, se renovarían a diario las aguas tanto del Charco como de la rada de Naos, mejorando su calidad y favoreciendo la vida marina.
En ciertas épocas aún se desaconseja el baño en el Charco
En sus inicios, las excepcionales condiciones naturales de Naos la convirtieron en un fondeadero donde se resguardaban los veleros de mayor porte y calado. Antes de construirse el dique de Naos, la entrada principal a esta bahía se encontraba casi pegada al Islote del Francés, entre la baja del Perejil y el Islote de las Cruces, donde se asienta el dique. En esta zona se encuentran unas aberturas que conectan la bahía con el mar abierto. La idea sería ampliarlas.
La ensenada de Naos fue dragada con motivo de la construcción del puerto deportivo Marina Lanzarote, y la mejora de sus aguas y el florecimiento de la fauna marina son evidentes. Parece que, en teoría, nada impediría conectarla con el Charco, donde, sin embargo, en ciertas épocas aún se desaconseja el baño porque los parámetros estéticos superan los límites establecidos. No hará falta abundar en este concepto…
Aunque hace años que se sellaron los pozos negros en las casas situadas en su perímetro y en teoría ya no se producen filtraciones, la existencia de una única boca de entrada y salida del agua del mar no favorece su renovación. Y parece que hay quien, en vez de conectarse a la red de alcantarillado, lo hizo a la tubería de evacuación de aguas pluviales, porque no parece que la presencia de embarcaciones tenga que ver con la baja calidad de las aguas del Charco.