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Plaza de la Iglesia de San Ginés, otro año más pidiendo agua por señas

En las calles peatonales que conducen a la Plaza se abren paso cada vez más bares, cafeterías, restaurantes y comercios que apuntalan la clara vocación de este espacio.

Plaza de la Iglesia de San Ginés, otro año más pidiendo agua por señas

Hace ya demasiados años que la Plaza de Las Palmas viene pidiendo agua por señas. Coloquialmente conocida como Plaza de la Iglesia, la vida se le está yendo, pero ni así. Su penúltimo percance tuvo lugar hace un año, y consistió en el vallado de una parte de la Plaza después de que varios informes municipales aconsejaran que se evitara el peso sobre la estructura del aljibe que se encuentra debajo. La Unidad de Patrimonio del Cabildo había instado al Ayuntamiento de Arrecife a vallarlo por motivos de seguridad. Con 48 x 30 metros de espacio entre fachadas, dibuja el espacio público histórico con mayores dimensiones del entramado urbano. 
Su actual pavimentación, de hormigón impreso, se encuentra deteriorada
 
Arbolada desde mediados de siglo XX, ha sido intervenida posteriormente sin mucha fortuna, coaccionando las posibilidades de uso y mermando su flexibilidad como espacio público. Su actual pavimentación, de hormigón impreso, se encuentra deteriorada y no presenta cualidades acordes a su representatividad. Otros elementos discordantes son el tráfico rodado y los tendidos aéreos en las fachadas de los edificios, por lo que peatonalizar por completo y recuperar el ambiente tradicional de las calles parecen otras dos tareas inaplazables.
 
Este espacio siempre ha estado en el centro de la historia de Arrecife, entre otras razones porque este entramado urbano conserva su traza originaria. De planta rectangular y una superficie de casi 1.500 metros cuadrados, la Plaza es el corazón de un paisaje urbano constituido por el sistema de calles vinculadas a iglesia: San Ginés, Academia, Ginés de Castro y Álvarez, Inspector Luis Martín, Manuel Miranda, San Marcial, El Puente y tramos de Otilia Díaz y Aquilino Fernández. En este área prevalecen algunos inmuebles, rincones y espacios urbanos con reminiscencias históricas que evocan momentos del pasado. 
Destacan varios árboles y palmeras por el porte alcanzado y la sombra que proyectan
 
Testigo de innumerables acontecimientos, muchos de ellos multitudinarios, la Plaza de la Iglesia es el espacio más transformado dentro de este lugar central de la ciudad. Su fisonomía actual data de 1950 y es una creación de César Manrique, a quien el Ayuntamiento le encarga el plan de embellecimiento. Instala bancos, parterres, elementos decorativos… en la primera ocasión en la que coinciden el artista y Luis Morales Padrón, el hombre que durante varias décadas fuera el encargado general de vías y obras del Cabildo, quien entonces trabajaba en el equipo municipal de mantenimiento.
 
En la desdichada isla central, una intervención posterior, sobresalen varias palmeras que otorgan sombra y verdor al espacio. Los parterres perimetrales no fueron concebidos para albergar árboles, pero, con el paso del tiempo, destacan varios ejemplares por el porte alcanzado y la sombra que proyectan. El pino marino dispuesto en una esquina y los laureles alineados con la calle Ginés de Castro ya son parte indisoluble del conjunto. En las calles peatonales que conducen a la Plaza se abren paso cada vez más bares, cafeterías, restaurantes y comercios que apuntalan la clara vocación de este valioso espacio.

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