ARRECIFE

Calles sin coches en Arrecife, ¿ruina o tendencia?

Antonio Porlier y Sopranis y Hermanos Zerolo cambian de apariencia y los comerciantes se hacen dos preguntas: ¿Vendrá más público? ¿Venderemos más? 

Calles sin coches en Arrecife, ¿ruina o tendencia?

En estos momentos concluyen las obras de cambio de fisonomía de dos céntricas calles de Arrecife, Antonio Porlier y Sopranis y Hermanos Zerolo. Su apariencia es ahora peatonal y los establecimientos comerciales situados en ambas vías se aprestan a recibir la campaña navideña con los dedos cruzados. ¿Habrá merecido la pena el tiempo de espera soportando las molestias de las obras? ¿Vendrá más público? ¿Venderemos más? Las preguntas son sencillas y las respuestas llegarán en pocas semanas.
 
Las dudas no son nuevas. El centro de Arrecife estaba abocado a la ruina, proclamaban los agoreros en torno a los años ochenta del siglo pasado, cuando se decidió cerrar al tráfico la calle Real. Vaticinaban un cataclismo para el comercio y la destrucción del tejido empresarial y residencial, pero el tiempo demostró que estaban muy equivocados. Los opositores eran unos comerciantes que, por alguna razón, siguen sin ser capaces de apreciar las ventajas de un peatón que pasea, mira los escaparates y compra frente al que se mueve dentro de un coche. 
 
Peatonalizar es una de las medidas que adopta toda ciudad que se precie
 
Peatonalizar calles es una de las medidas estrella que adopta toda ciudad que se precie y que apueste por la calidad de vida de su población. Sin embargo, estas decisiones son a menudo controvertidas, ya que para unos supone la ruina del comercio instalado en ellas, mientras que para otros es una necesidad imperiosa y una tendencia irrefrenable. En general, estas dos visiones se corresponden con las posiciones ideológicas de derechas y de izquierdas.
 
Así, el Partido Popular (PP) se comporta en general como otros partidos conservadores europeos en su oposición frontal a la peatonalización, a la progresiva conquista de espacios al tráfico en beneficio de los árboles y los peatones, y de aquellos medios de transporte menos contaminantes, como la bicicleta, el tranvía y los coches eléctricos. Esto puede apreciarse en Arrecife, donde el PP no se resigna al cierre de la Avenida Marítima al paso de los vehículos particulares decretado por la alcaldesa.
 
Pese a las resistencias, la peatonalización parece imparable
 
Pero no todo el PP sigue creyendo que la Tierra es plana. Por citar un ejemplo cercano, cuando José Manuel Soria llegó a la Alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria no tocó los laureles de Indias de Mesa y López, ensanchó las aceras, retiró las plazas de aparcamiento en superficie y cerró vías al tráfico rodado en la zona. Muchas calles se peatonalizaron y los árboles tomaron la ciudad.
  
Pese a las resistencias, la peatonalización parece imparable. Dos ejemplos. Uno. El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria aborda la reconversión total de la calle Luis Morote, que unirá mediante un corredor peatonal el parque Santa Catalina con la playa de Las Canteras. Dos. Madrid acomete el ensanche de las aceras de la Gran Vía, a la par que es inminente el cierre al tráfico de un área muy importante de la ciudad: Madrid Central. Por cierto, una idea de la ex alcaldesa popular Ana Botella, quien, en 2014, formuló un cierre muy similar al que ahora propone Manuela Carmena.
 
Por razones históricas, los conductores se creen con el derecho exclusivo a utilizar la ciudad a su antojo. Por eso, las advertencias de colapso y ruina suelen aparecer cada vez un alcalde, o alcaldesa, intenta poner coto al espacio destinado al automóvil, que durante décadas se ha escarranchado sobre la mayor parte del espacio urbano disponible en las ciudades. También en Arrecife.

AP y el parque el Retiro

Uno de los casos más esperpénticos contra la peatonalización se produjo en 1983, en Madrid. El entonces portavoz de Alianza Popular (antiguo PP) en el Ayuntamiento se oponía firmemente a desterrar el tráfico en el parque del Retiro y pedía que su paseo principal sirviera para acceder al parque en coche, “pues precisamente ese acceso posibilita el uso del Retiro”. Lo atravesaban once mil vehículos al día y se usaba como aparcamiento. Treinta y cinco años después, sólo circulan los vehículos de seguridad y los proveedores de servicios a determinadas horas.

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