Zonas verdes

Los Pinos, el último de los viejos parques que sigue en pie en Arrecife

Parque de los Pinos
Parque de los Pinos

La plaza Simón Bolívar es un vergel y el parque de los Pinos una rareza. Pese a que apunta maneras, al de Maneje le queda mucho todavía

Los Pinos, el último de los viejos parques que sigue en pie en Arrecife

El parque José Ramírez Cerdá parece un erial y el Islas Canarias es un parque fallido tras su remodelación, así que los nostálgicos de las zonas verdes en Arrecife tienen poco a lo que aferrarse. La plaza Simón Bolívar es un vergel y el parque de los Pinos una rareza. Pese a que apunta maneras, al de Maneje le queda mucho todavía.

El verde es algo reciente en el tiempo en la ciudad de Arrecife. En el mismo momento en que el barrio de los harianos se llamó Altavista, la barriada de Titerroygatra pasó a denominarse Santa Coloma. Fue en el verano de 1961. Pocos meses después, con el nuevo año, comenzó la plantación de unos trescientos pinos marinos y otros arbustos en Santa Coloma por parte de los operarios municipales.

RECUPERAR EL PARQUE EN LOS 90

En el extrarradio de la ciudad se comenzó a hacer lo mismo y con idénticos ejemplares que en algunas calles céntricas de la ciudad poco tiempo antes, como La Marina o La Plazuela. En torno a 1967 se creó el parque que ha tenido varios nombres oficiales, Titerroy y Félix Rodríguez de la Fuente, aunque en el imaginario colectivo ha sido, es y seguirá siendo el parque de los Pinos. Aquellos pinos marinos poco exigentes en agua dulce y resistentes al agua salobre han desaparecido casi por completo.

El conjunto del barrio se recuperó del primer golpe y volvió a denominarse Titerroy, pero el parque ha tenido una vida muy convulsa y azarosa, ya que durante largos años se erigió en el patio de recreo de personas afectadas por toxicomanías. A principios de 1996, el Cabildo comenzó las obras de remodelación de este espacio descuidado y lleno de cristales rotos y jeringuillas. La idea era adecentarlo y devolverlo al uso cívico de la población, que había sido expulsada del recinto, habilitando áreas de descanso, un parque infantil y un circuito para correr y ejercitarse.

REPLANTAR EN VEZ DE TALAR

El proyecto contemplaba unos 1.000 metros cuadrados de pavimento y 500 metros lineales de pared de piedra. De inmediato tropezaron con un grave problema: los árboles. Eran demasiados e invadían todo el espacio disponible en el parque. En lugar de apuntarse a brutos y talarlos allí donde fueran un obstáculo para instalar los juegos infantiles o las pequeñas plazoletas de descanso, se decidió conservar todos los ejemplares y replantarlos, con buen criterio para aquella década. El proyecto incluso preveía plantar nuevos árboles.

Durante muchos años, el parque de los Pinos se mantuvo gracias a los cuidados que le dispensaba Julián de León Tejera. Este jardinero municipal trabajó en esta área recreativa desde su creación y hasta que se jubiló, recibiendo el reconocimiento del Consistorio por su trayectoria profesional años más tarde, en 2010. De León Tejera fue, quizá, el último de una estirpe de jardineros y cuidadores de los parques de la ciudad, cuya misión consistía, fundamentalmente, en impedir que los niños rompieran las plantas a base de balonazos y que los adolescentes los dañaran al trepar por sus copas y ramas.

En efecto, el parque de los Pinos es una rareza en Arrecife. Por su escasez. Y lo más raro: sus árboles han resistido más de medio siglo no ya al irrefrenable ímpetu infantil y juvenil, a veces vandálico, sino a las, en algunas ocasiones, bárbaras decisiones municipales.

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